lunes, 23 de julio de 2018

Vivir...

Vivir el Evangelio

Transferencia.
En la tierra se acostumbra a hacer transferencias de dinero entre distintos bancos, entre diferentes personas. Y es muy interesante el sistema, basta saber el CBU del destinatario, para poder transferirle vía Internet, el dinero que uno desea.
Pero debemos recordar que lo que vamos ahorrando en este mundo, no podremos transferirlo al Cielo después de nuestra muerte. Dios no tiene, por decirlo así, un CBU al que podamos remitir el dinero, y el ataúd no tiene bolsillos.
Pero hay una forma de llevar nuestro dinero al Cielo, toda nuestra fortuna al Paraíso, y es haciendo buenas obras.
Efectivamente si queremos ser ricos en el Cielo, tenemos que empobrecernos un poco en la tierra, es decir, hacer obras de caridad y misericordia, sabiendo que lo que damos a un pobre y a un necesitado, lo estamos transfiriendo al Cielo, porque la buena obra nos adquiere un tesoro en el más allá, que nos estará esperando para que lo disfrutemos por los siglos de los siglos.
Entonces no seamos avaros. Ahorremos, sí, pero demos también generosamente según nuestras posibilidades, porque esa es la única manera de llevar nuestro tesoro al Cielo.
Esto es lo que nos enseña el Señor en el Evangelio, ya que Él nos dice que, además de que no se puede ser esclavo de Dios y del Dinero, también nos dice que no acumulemos tesoros en la tierra, donde hay ladrones que roban y polilla que carcome, sino que atesoremos en el Cielo, con buenas obras y haciendo el bien, ya que allí arriba no hay ladrones que roben ni polilla o herrumbre que corroan.
Si hacemos así, estaremos un poco más desapegados de los bienes terrenos, con las alas más abiertas para volar libremente al Cielo cuando el Señor nos llame, y seremos más felices ya en este mundo, porque no creamos que nuestras riquezas menguarán, puesto que Dios es generoso y sabrá darnos siempre lo necesario y hasta mucho, para que podamos seguir siendo generosos a manos llenas.