martes, 20 de junio de 2017

SPOT CRISTINA FERNANDEZ DE KIRCHNER- UNIDAD CIUDADANA LA FUERZA DEL AMOR...

Mañana...

Mañana irá mejor.

Si hoy estamos sufriendo o pasando por algún problema personal o en la familia, tengamos confianza y esperanza, digamos con fe: “Mañana irá mejor”. Porque Dios no abandona a sus hijos, y aunque a veces los haga pasar por diversas pruebas –no queridas por Dios, sino permitidas por Él- después nos consuela y nos da un gran premio.
Demos gracias a Dios que estamos vivos, que estamos todavía en este cuerpo mortal, y que no estamos ya condenados en el Infierno. Porque con los pecados que hemos cometido a lo largo de la vida, quizás ya teníamos merecido mil veces el abismo infernal. Pero Dios nos ha esperado, no ha querido que muriésemos aquella noche de pecado, en aquella situación y, aunque hoy tal vez nos envíe algún padecimiento, sepamos que es para descontar lo que debemos a la Justicia divina, por nosotros mismos o por otros hermanos, puesto que todos formamos una gran familia y los sufrimientos no son nunca en vano, sino que redimen a quien los padece y a otros.
Estamos en este mundo. Todavía no hemos sido llamados a juicio, y eso solo ya debe ser un motivo de gran gozo, aunque estemos padeciendo mucho, puesto que el dolor de ahora y de esta vida es cosa de nada comparados con los sufrimientos eternos del Infierno, o también los padecimientos del Purgatorio.
Por eso la liturgia nos manda, sapientísimamente, que demos gracias a Dios siempre y en todo lugar, porque si estamos vivos aún, es motivo para agradecer. Muchos son los santos y los mártires que sufrieron dolores y males iguales o superiores a los nuestros, pero ahora están gozando de Dios para siempre, con una felicidad que les ha hecho olvidar todo el dolor de la tierra. O mejor aún, recuerdan el sufrimiento que tuvieron en este mundo, pero para bendecirlo eternamente, porque por ellos es que ahora gozan para siempre.
“Mañana irá mejor”. Digámoslo siempre. Si no es en el mañana temporal, sí lo será en el mañana eterno. Pero tengamos presente que Dios ayuda y consuela a quien sufre, y si confiamos en Él, seguramente también nos irá mejor en el mañana de la tierra.
Demos gracias a Dios que todavía nos espera y que el Cielo no se ha cerrado para nosotros, sino que sus puertas celestiales están abiertas para acogernos en un día glorioso, después de haber pasado por la Gran Tribulación de este mundo.