viernes, 21 de febrero de 2014

Papa Francisco...

La Confirmación es importante para el cristiano; nos da fuerzas para defender la fe y anunciar el Evangelio con entusiasmo.

Diario vivir...

Diario vivir

Alegría. 
Ya nos dice San Juan Bosco que: “El demonio tiene miedo de la gente alegre”.  Y San Francisco de Sales nos recuerda que un santo triste es un mal santo. Santa Teresa de Jesús se preocupaba mucho cuando veía a sus monjas que perdían la alegría.
Y es que la alegría es como el motor de la vida espiritual y de la vida en general. El abatimiento y la tristeza nos llevan a descorazonarnos, y así somos propensos a caer en pecado, porque es cuando estamos tristes que el demonio se insinúa, ya que la tristeza es como un reclamo para Satanás, que justamente viene en esos momentos de debilidad y abatimiento. ¿No lo hizo así con Nuestro Señor, cuando estaba triste hasta morir, en el Huerto de los Olivos?
El demonio, además, es mensajero de malas noticias, y quiere, a través de los medios de comunicación social, ponernos tristes por todo lo que pasa en el mundo.
¿Qué debemos hacer? En primer lugar consagrarnos al Inmaculado Corazón de María, que es el refugio que el Cielo ha preparado para los hombres en estos tiempos tan atribulados. Desde ese refugio miraremos el mundo, pero estaremos como aislados de él.
Y también, en lo posible, debemos evitar leer periódicos y mirar televisión, porque en ellos se dan noticias y más noticias tristes, cosas que suceden cerca o lejos, pero que no podemos manejarlas, y así la tristeza nos va ganando, porque no vemos todo lo bueno que también hay en el mundo, y que los periódicos y la televisión no reproducen.
Cuidemos nuestra alegría, porque a pesar de todo lo malo que pueda haber en el mundo y en nuestras vidas, sabemos que al final todo saldrá según los planes de Dios, y nosotros ya estamos salvados en esperanza, y por eso debemos estar alegres, ya que Cristo ha vencido al mundo y al demonio, y nosotros hemos vencido ya con Él.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.