martes, 31 de enero de 2017

Ahora..

Ahora.

“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.” Así le decimos a María en cada avemaría que le rezamos. Le pedimos a la Virgen que ruegue por nosotros AHORA.
También el Señor nos ha enseñado, en el Padrenuestro, a pedir el pan cada día: “Danos hoy nuestro pan de cada día”, rezamos en esta oración dominical.
Y es que Dios quiere que vivamos el ahora, el hoy, sin poner nuestra mirada y preocupación en el futuro, porque el querer saber lo porvenir nos hace perder de vivir con plenitud el momento presente.
¡Cuántas veces creemos que seremos felices cuando lleguemos a tal época del año, o a tal o cual objetivo, o cuando poseamos alguna cosa o persona! Y sin embargo esa es una astucia del Maligno que nos entretiene con ensueños y nos distrae de que vivamos bien el ahora y el hoy.
Hagamos el propósito a partir de ahora mismo, de vivir momento por momento, porque esperando el tiempo para ser felices, dejamos escapar el ahora, el hoy, donde sí tenemos que ser felices, disfrutando de lo que hacemos, o sufriendo como se debe si es que estamos enfermos o con alguna prueba. Porque cada momento vivido es un regalo de Dios, tanto si estamos dichosos, como si sufrimos, pues el padecer es fuente de mérito para el alma y obtiene innumerables gracias para sí y para los demás.
Tenemos que aprender a circunscribirnos al día de hoy, al momento presente, al ahora, al ya; y así evitaremos desaprovechar el tiempo.
A veces la vida nuestra es como cuando nos vamos de vacaciones, que estamos ansiosos por llegar al lugar de destino, y nos olvidamos de ir disfrutando el viaje, el momento presente. Tenemos que ir disfrutando del viaje de la vida, con sus luces y sombras.
Pensemos en estas cosas y demos gracias a Dios que generalmente no nos revela el porvenir, para que vivamos en paz, sin preocuparnos por lo que será o podría ser.
Tengamos presente que dicen los santos que hay personas que si hubieran sido avisadas con anterioridad de la prueba que estaban por sortear, no hubieran podido soportarla. En cambio al llegar la prueba sin haberlo sabido de antemano, tuvieron la gracia y la fortaleza necesarias en ese momento y superaron la prueba.
Recordemos que Dios es un Padre bueno y nos da la gracia en el momento oportuno, de modo que cuando llegue la prueba, si es que llega, tendremos la ayuda del Cielo para llevarla adelante.
Vivamos contentos y confiando en Dios, aprovechando el ahora, y no estaremos lejos de la felicidad y la paz del alma.