martes, 17 de julio de 2018

Confiar...

Confiemos en la Virgen.

Aunque estemos ya con un pie en el Infierno, no perdamos la confianza en María, pues Ella es la Madre de Dios, y todo lo que María le pide al Señor, lo obtiene infaliblemente.
Si cayéramos en la cuenta de quién es María, de qué poder está dotada, y de cuánto amor nos tiene, seríamos las personas más felices de la tierra, porque saber que la Virgen es la Omnipotencia Suplicante y que nos puede obtener TODO de Dios, nos asegura la paz y felicidad a nuestra alma, y nos lleva a vivir tranquilos y confiados, sabiendo que hay una Buena que vela por nosotros.
Si las cosas se ponen difíciles, o no vemos claro qué camino hay que seguir, o estamos enfermos y tristes, invoquemos a María, confiemos en Ella y en su ayuda, y no quedaremos defraudados, porque la Virgen no rechaza a ninguno por pecador o malo que fuera, sino que lo acoge bajo su manto y lo salva del infierno y de la Justicia de Dios.
Recostemos nuestra cabeza cansada y abatida sobre el pecho de María, que hasta allí no llega Satanás ni el mundo ni ningún mal. Vayamos a nuestra Madre del Cielo y desahoguemos nuestro corazón conversando con Ella, que una madre siempre tiene palabras de cariño para sus hijos, y María es nuestra Madre que sólo quiere nuestro bien.
Aunque estemos en el pozo más oscuro, en al abismo más grande y pavoroso, invoquemos a María que Ella no nos dejará librados a la suerte, sino que pondrá en movimiento todo su poder e influencia ante el trono de Dios, y nos obtendrá todo lo que pedimos y necesitamos.
Confiemos en María Santísima porque antes fallarán el cielo y la tierra, pero jamás se podrá decir que uno que invocó en su auxilio a la Virgen, se viera desoído por Ella.