martes, 24 de mayo de 2016

Reflexión...

Reflexión mariana

Espada de dolor
Cuando María presentó a su Hijo en el Templo, el anciano Simeón le anunció el dolor que Ella debería soportar. María ya sabía por las Sagradas Escrituras que su Niño era el Salvador y debería sufrir, pero este anuncio profético del Señor a través de Simeón le vino a confirmar su misión de dolor. Es que ese Hijo suyo también era su Dios, y a Dios hay que amarlo con todo el ser y sobre todas las cosas. Entonces pensemos lo terrible que habrá sido para Ella verlo morir en una cruz a Aquél que era su propio Hijo y su Dios bendito. No, no podemos imaginarnos siquiera el dolor que pasó María por ayudar a su Hijo a salvarnos. No enloqueció de dolor porque Dios hizo un milagro y no lo permitió, como tampoco permitió que Ella muriera, pues tenía que consolar con su presencia a su Hijo agonizante. Amemos a María y consolemos su Corazón, pues para muchas almas tanto sufrimiento fue inútil.