viernes, 10 de febrero de 2017

Crecer...

Crecen juntos.

En la parábola del trigo y la cizaña, el Señor nos ha querido poner sobre aviso que a medida que vaya pasando el tiempo, el bien y el mal crecerán juntos, es decir, que los buenos y los malos se irán perfeccionando, los primeros en el bien, y los segundos en el mal. De modo que por eso es que en estos tiempos vemos cosas aberrantes que nos dejan atónitos, y no podemos dar crédito a que se cumplan tantas maldades en el mundo. 
Es que acercándonos al Fin de los Tiempos, a la siega, los buenos se perfeccionan en el Bien, y los malos se hacen malísimos. Se va tomando partido, cada vez más notorio: o con Cristo o contra Él, de modo que ya no hay términos medios y es por eso que el Señor dijo a sus ángeles que dejaran que trigo y cizaña crecieran hasta la siega, pues es en ese momento en que no hay peligro de equivocarse, ya que la cizaña se diferencia muy bien y radicalmente del trigo, es decir, los buenos se distinguen claramente de los malos. 
A medida que pasa el tiempo, la mejor parte de la humanidad, aunque quizás la más pequeña, va subiendo por el camino de la virtud y el bien; y la peor parte de la humanidad, también la más numerosa, va descendiendo a un abismo de vicio y de pecado que no tiene parangón. De modo que cuando haya llegado el tiempo de la cosecha, del Juicio, se habrá alcanzado la perfección del vicio. Por ello es que cada vez vemos cosas peores, que se aceleran porque el fin se va como precipitando y como dice el Apocalipsis, al demonio le queda poco tiempo para perder a la mayor parte de los hombres y centuplica sus esfuerzos. 
Es el momento en que los buenos y los que cumplen los mandamientos de Dios son puestos a prueba y en la mira de una feroz persecución. Pero quien persevere hasta el fin, se salvará.