viernes, 21 de septiembre de 2018

21-9-2018...


Reflexiones...

Tema de hoy

Esperar, orar, perdonar.
Esto es lo que debemos hacer si queremos que Dios nos defienda: esperar contra toda esperanza, orar con confianza y perdonar de corazón. Y en estas tres cosas tenemos como modelo a María, que supo esperar la venida del Mesías y supo esperar la Resurrección de Jesús a pesar de todo lo que parecía estar en contra de esto. Ella también oró con confianza y perseverancia, tanto que obtuvo de Dios el adelantamiento de la venida de Jesús al mundo, y la anticipación de la Resurrección de Jesús, como también el adelanto de la hora en que Jesús debía manifestarse al mundo, con el milagro de las bodas de Caná. Y María perdonó a los verdugos que le mataban el Hijo y la insultaban a Ella y a Jesús. Siempre perdonó, y si Judas hubiera venido a sus pies a pedirle perdón por el deicidio, la Virgen lo hubiera perdonado y lo habría llevado a Jesús.
Digamos también que si nosotros queremos la paz para nuestra alma y la paz para la familia y el mundo, debemos practicar estas tres cosas.
Hoy el demonio nos quiere llevar a la desesperación, que es la falta de esperanza y nos pinta todo negro y nos da a entender que todo está en su poder maléfico. No nos dejemos engañar porque la victoria será de Jesús y de María. También nos quiere distraer del deber y necesidad de la oración, pero no debemos dejarnos engañar porque con la oración lo derrotamos y atraemos sobre nosotros y nuestros seres queridos innumerables bendiciones y gracias. Y por último el demonio difunde por todas partes el odio, la venganza y no quiere que perdonemos de corazón a los que nos ofenden, pues él siembra odio y es puro mal, y si nosotros odiamos o guardamos rencor y deseos de venganza, él se aprovecha y así nos tiene atrapados en sus redes. No nos dejemos engañar, vigilemos y oremos, pues si practicamos estas cosas seremos felices en la tierra y también en el Cielo; en cambio si no las practicamos, ya seremos infelices y desgraciados desde este mundo.
¡Ave María purísima! 
¡Sin pecado concebida!