jueves, 17 de enero de 2013

El morir...


Es preciso morir

Estamos acostumbrados a escuchar la palabra
muerte sólo como la ausencia de vida y eso es un error.

Existen otros tipos de muerte y precisamente
un tipo es morir todos los días.

La muerte es solamente algo pasajero,
una transformación.

No existe planta sin la muerte de la semilla,
no existe el embrión sin la muerte del óvulo y del esperma,
no existe mariposa sin la muerte de la oruga, eso es obvio.

La muerte no es más que el punto de partida para el inicio
de algo nuevo, la frontera entre el pasado y el futuro.

Si quieres ser buena universitaria, mata dentro de ti
al adolescente que creé que tiene todo el tiempo por delante.

¿Quieres ser una buen profesional? entonces mata dentro de ti
al universitario descomprometido que piensa que la vida
se resume en estudiar sólo lo suficiente para hacer los exámenes.

¿Quieres tener buenas relaciones? entonces mata dentro de ti
a  la persona insegura, celosa, amargada, exigente, inmadura,
egoísta e individualista que piensa que puede hacer planes sola,
sin tener que dividir espacios, proyectos y tiempos con alguien más.

¿Quieres tener buenas amistades? entonces mata dentro de ti
a la persona insatisfecha y descomprometida, que solo piensa
en sí misma. Mata la voluntad de manipular a las personas
de acuerdo a tú conveniencia. Respeta a tus amigos,
colegas de trabajo y vecinos.

En fin todo proceso de evolución exige que matemos
al nuestro "yo" pasado, inferior.

¿Y cuál es el riesgo de no actuar así?, el riesgo está en intentar
ser dos personas al mismo tiempo, perdiendo la identidad,
comprometiendo tú productividad y, finalmente perjudicando tú éxito.

Muchas personas no evolucionan porque se quedan atoradas
en lo que eran, no se proyectan para lo que serán o desean ser,
ellas quieren una nueva etapa, sin cambiar la forma
en cómo piensan o actúan.

Acaban transformándose en proyectos inacabados,
híbridos, adultos infantilizados.

Podemos aún actuar, a veces, como cachorros, de tal forma
que nos mantenemos con las virtudes de un niño que también
son necesarias en los años de adultos, como: jugueteos,
sonrisas fáciles, vitalidad, creatividad, tolerancia, etc.

Más, sí quisiéramos ser adultos, debemos necesariamente
matar algunas actitudes infantiles, para pasar a actuar
como adultos querer ser alguien (líder, profesional, padre
o madre, ciudadano o ciudadana, amigo o amiga)
mejor y evolucionado.

Entonces, lo que precisas matar en sí, todavía hoy,
es el "egoísmo" y el "egocentrismo", para que nazca el ser
que tanto desees ser. Piensa en eso y muere.
Más, no olvides de nacer mejor después.

El valor de las cosas no está en el tiempo en que éstas duran,
más sí en la intensidad con que acontecen; por eso existen
momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas
incomparables.

Paulo Angelim


Infancia espiritual...


La infancia espiritual

Despreocupados. 
Cuando vemos a los niños que viven tan despreocupados, pensando sólo en jugar y vivir en paz, nos viene como una santa envidia. ¿Y por qué nosotros no hacemos como ellos y nos abandonamos en los brazos del Padre Dios, como hacen los pequeñuelos en brazos de sus padres de la tierra? Porque no es difícil, basta que lo queramos y que pongamos los medios para hacerlo. Y una gran ayuda es pensar frecuentemente en que Dios lo gobierna todo, y que como dice Jesús en el Evangelio, ni un gorrión cae en tierra sin el consentimiento del Padre eterno. Por eso tenemos que vivir tranquilos porque Dios se ocupa de nosotros, hasta en sus más mínimos detalles, como el Señor lo ha dado a entender en el Evangelio cuando dice que Dios tiene contados hasta nuestros cabellos.
Si pensáramos más seguido en que Dios gobierna todo y que escucha benigno nuestra oración, entonces haríamos más tiempo de oración, para que el demonio no pueda actuar en nuestras vidas y en las vidas de nuestros seres queridos, porque debemos saber que es el diablo quien trata de arruinarnos en el tiempo y en la eternidad. Recemos para que Dios jamás lo permita y para tener fuerzas y salir victoriosos de todas las pruebas que tengamos en la vida.
Vivamos en paz y serenos, que Dios nos ve, constantemente nos cuida y sabe qué es lo que nos está pasando en cada momento, y tiene el consuelo y la ayuda justa en cada acontecimiento. Confiemos en Él, y en su Madre amadísima, la Virgen.
Hagamos caso al consejo de San Padre Pío de Pietrelcina: “Reza, ten fe, y no te preocupes”