jueves, 17 de enero de 2013

Infancia espiritual...


La infancia espiritual

Despreocupados. 
Cuando vemos a los niños que viven tan despreocupados, pensando sólo en jugar y vivir en paz, nos viene como una santa envidia. ¿Y por qué nosotros no hacemos como ellos y nos abandonamos en los brazos del Padre Dios, como hacen los pequeñuelos en brazos de sus padres de la tierra? Porque no es difícil, basta que lo queramos y que pongamos los medios para hacerlo. Y una gran ayuda es pensar frecuentemente en que Dios lo gobierna todo, y que como dice Jesús en el Evangelio, ni un gorrión cae en tierra sin el consentimiento del Padre eterno. Por eso tenemos que vivir tranquilos porque Dios se ocupa de nosotros, hasta en sus más mínimos detalles, como el Señor lo ha dado a entender en el Evangelio cuando dice que Dios tiene contados hasta nuestros cabellos.
Si pensáramos más seguido en que Dios gobierna todo y que escucha benigno nuestra oración, entonces haríamos más tiempo de oración, para que el demonio no pueda actuar en nuestras vidas y en las vidas de nuestros seres queridos, porque debemos saber que es el diablo quien trata de arruinarnos en el tiempo y en la eternidad. Recemos para que Dios jamás lo permita y para tener fuerzas y salir victoriosos de todas las pruebas que tengamos en la vida.
Vivamos en paz y serenos, que Dios nos ve, constantemente nos cuida y sabe qué es lo que nos está pasando en cada momento, y tiene el consuelo y la ayuda justa en cada acontecimiento. Confiemos en Él, y en su Madre amadísima, la Virgen.
Hagamos caso al consejo de San Padre Pío de Pietrelcina: “Reza, ten fe, y no te preocupes”

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