jueves, 28 de febrero de 2013

Revisión de Cuaresma...


Una revisión cuaresmal
(Para colocar a Cristo en el corazón)

Relación con Dios.
¿Cuántas veces recurres al día a la vitamina de la oración?
¿Es la llave de tus días y el cerrojo de tus noches?
¿Eres consciente que, con la oración, ejercitas tu piedad,
tus detalles con el Señor?

Del Señor.
¿Reconoces al Señor en los que te rodean y, especialmente,
en los más necesitados? ¿Sueles utilizar gafas oscuras
para ver sólo aquello que te conviene y menos hiere
tu sensibilidad espiritual?

La paz con Dios
¿Tienes asignaturas pendientes con alguien cercano o lejano?
¿Te cuesta ofrecer tu perdón o, si lo ofreces, recordar
que tú has sido el que ejerció la misericordia?

El perdón con Jesús.
La convivencia, la seducción, las prisas…. nos hacen caer
con frecuencia en el pecado. ¿Cuánto hace
que no practicas la confesión sacramental?
¿Que ya lo haces directamente con Dios?
¿Te imaginas que, ante una enfermedad grave,
tú mismo te automedicaras?

El ayuno de palabras.
El mundo es un volcán de palabras. Muchas de ellas
son ofensivas y otras tantas vacías de contenido.
¿Cómo son tus expresiones? ¿Eres exigente a la hora
de seleccionar una lectura, una emisora que te haga
crecer interior y exteriormente como cristiano?

La sobriedad en la vida.
La crisis nos hace caer en la cuenta de que, tal vez,
hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que,
el becerro de oro, es eso: oro que no garantiza la felicidad
permanente ni verdadera. ¿Prácticas la austeridad
en aquello que es secundario e innecesario?

La caridad con el Señor.
Como cristianos sabemos que la caridad es un deber.
Elegir la forma y el método es cosa de cada uno.
¿Utilizas algún medio eclesial para que llegue
tu generosidad a los más pobres?

La escucha del Espíritu.
Sometidos a una invasión de decibelios nuestros oídos
suelen ser tercos para escuchar lo esencial.
¿Estás atento a la Palabra de Dios?
¿Llegas con puntualidad a la eucaristía?
Para testimoniar a Cristo, primero hay que conocerlo.

El dinamismo de la Fe.
Hay caminos que nos llevan al cielo y, otros, que nos alejan de él.
¿Cuánto hace que no mides los kilómetros recorridos
por los senderos de la fe? ¿Qué durezas han aparecido
en las plantas de tus pies que te impiden caminar con libertad,
coherencia y valentía? ¿Tal vez el egoísmo, la avaricia,
la comodidad, la pereza?

El corazón.
Cuando nos levantamos solemos asearnos y arreglar
el pelo pero, por otra parte, no siempre cuidamos el corazón.
¿Sientes al Señor en tu interior? ¿Le has dejado la mejor
habitación para Él? ¿Eres consciente de que
“un infarto espiritual” consigue que tu corazón siga funcionando
pero sólo para el cuerpo y no para Dios?

La cruz de nuestro hombro.
Rodeados de diversos acontecimientos dolorosos
y superados por otros tantos dramas internacionales,
corremos el riesgo de no ser sensibles a la cruz.
De conformarnos con la propia. Recuerda que, Dios,
nunca nos ofrece sino aquella carga que podemos soportar.
Y, cuando somos alivio en la de los demás, entonces
el Señor refuerza nuestro hombro.

P. Javier Leoz


Qué rezar...


Qué rezar
Rezar el Credo.

La Virgen ha dicho en uno de sus mensajes que la oración que más le agrada es el Credo. Y es muy lógico que sea así, puesto que en estos tiempos el ateísmo está haciendo estragos entre las almas, y es necesario proteger nuestra fe, haciendo frecuentes actos de fe rezando el Credo.
Estamos en los tiempos en que la Mujer vestida de Sol lucha contra el Dragón rojo, es decir, María Santísima combate contra el ateísmo. Y por eso tenemos que cuidar nuestra fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios y salvarse.
El Credo es un compendio maravilloso de todo lo que debemos creer los católicos, y al rezarlo aumentamos nuestra fe y nos afirmamos en ella, e incluso hacemos que otras almas comiencen a creer o reaviven su fe débil, porque la oración nunca se hace a título personal, sino que influye a muchas almas, a toda la Iglesia, ya que todos formamos un solo cuerpo y la oración, sea cual fuere, beneficia a todos sus miembros.
Si el Dragón rojo es el ateísimo teórico y práctico, entonces una de las mejores maneras de combatirlo es rezando el Credo.
Tratemos, entonces, de rezarlo todos los días, y sobre todo recémoslo con convicción y fe, porque si tenemos fe, entonces lo tenemos todo, porque tenemos al mismo Dios y nada nos será negado.