lunes, 21 de diciembre de 2015

Cartas...

Cartas de San Pablo.

Cristo es Rey.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida. En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios todo lo sometió bajo sus pies. Pero cuando él diga: “Todo está sometido”, será evidentemente a excepción de aquel que le ha sometido todas las cosas. Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos. (1 Co 15, 22-28).
Comentario:
Cristo es Rey, y si bien no reina completamente en el mundo, porque existe el mal y la libre voluntad del hombre; Cristo reinará al fin sobre todo el universo, siendo el dominador de todo.
Los judíos esperaban un mesías justiciero, y vino al mundo el Mesías misericordioso. Ahora, lamentablemente las cosas están al revés: muchos católicos esperan a un Mesías misericordioso, cuando en realidad la Venida de Cristo no será de misericordia sino de Justicia.
Si Jesús volviera para salvar al mundo, entonces su venida ya habría sucedido, porque el Señor no quiere otra cosa que salvar a los hombres.Pero no, la segunda venida del Señor será venida de Juicio y de castigo, y sólo de premio para quienes estén en gracia de Dios y con las lámparas encendidas, que serán un pequeño resto, cuando la mayoría será digna de condena.
Así que aprovechemos este tiempo de misericordia que hay entre la primera venida de Jesús en Navidad, y la segunda venida en su Parusía, y tratemos de alejar los tiempos terribles de la venida del Señor, porque coincidirá con los tiempos apocalípticos que describe la Biblia.
¿Quién podrá quedar en pie ese día tremendo? Aprovechemos este tiempo intermedio, de misericordia, para profundizar en la fe y crecer en gracia ante Dios y los hombres.
¡San Pablo, ruega por nosotros!