miércoles, 14 de febrero de 2018

Miradas...

Mira que Dios te mira…

“Mira que Dios te mira,
mira que te está mirando,
mira que vas a morir,
mira que no sabes cuándo.”
Dios nos está mirando día y noche y llevará a juicio todas nuestras acciones, palabras, pensamientos y omisiones. Por eso ¡qué santa debe ser toda nuestra conducta, sabiendo que todo lo que hacemos, decimos y pensamos, un día será puesto en descubierto; si no en la tierra, sí en el Juicio final ante toda la creación!
Efectivamente el Señor ha dicho en el Evangelio que no hay nada oculto que no se revele algún día. Y si no es en este mundo, sí se sabrá todo en el Día final, ante la faz del universo todo.
Siendo esto así, tenemos que obrar santamente, sabiendo que Dios nos mira continuamente y premiará todo lo bueno y castigará lo malo.
Ojalá no debamos un día tener vergüenza por lo que hemos obrado. Y ojalá que esa vergüenza no sea eterna, es decir, el infierno, donde estaremos confundidos para siempre.
La gente no piensa en esta verdad, y lo que hace en lo oculto cree que nadie lo ve y que siempre permanecerá oculto. Éste es un hábil engaño del demonio que oculta las verdades de la fe para tener el campo libre a su actuación. Pero será él, el diablo, el primero y principal acusador ante Dios en el día de nuestro juicio particular al momento de nuestra muerte. Porque el demonio es el Acusador de nuestros hermanos, el que los acusa ante Dios día y noche, como lo dice el Apocalipsis.
Estamos a tiempo todavía. Si en el pasado hemos obrado mal, o no tan bien, es tiempo de hacer una buena confesión y reparar con una vida de penitencia y haciendo el bien para contrabalancear y borrar ante Dios el mal que hemos hecho. Es tiempo de comenzar a obrar bien, teniendo intenciones rectas, porque Dios nos está mirando y es Él quien nos juzgará hasta las últimas consecuencias. Y a Dios no se lo puede sobornar, y cuando pronuncia su sentencia, no hay modo de apelar a una instancia superior, sino que su sentencia es irrevocable y certera, porque Dios no falla, y dicha sentencia quedará para siempre.
Ya lo ha dicho Jesús que lo que se haya dicho en las habitaciones más ocultas, será gritado desde los techos de las casas.
Pensando en esto, vivamos bien, conscientes de que estamos en la presencia de Dios, y que en Dios vivimos, nos movemos, y existimos, y que Él nos juzgará con justicia el día de nuestra muerte, porque habrá ya terminado el tiempo de la misericordia, que es el tiempo que tenemos de vida, y comenzará el tiempo de la justicia.