sábado, 24 de septiembre de 2016

Premio...

Dios premia la fe.

Dios premia la fe y la confianza, y así como sucedió a Abrahán, que tuvo fe y confianza en Dios hasta el límite, y también a la Santísima Virgen que creyó, confió y esperó contra toda esperanza, y vio el milagro del triunfo de su Hijo Jesús; así también nosotros tendremos ocasión en este mundo de demostrarle a Dios que confiamos en Él, que creemos en Él contra toda esperanza, porque todos, en algún momento de la vida, tenemos que pasar por la prueba de la fe, de la confianza en Dios, ya que la vida del hombre sobre la tierra es un tiempo de prueba, y necesitamos la ayuda de Dios para salir airosos de dicha prueba.

La fe y la confianza en Dios debemos adquirirlas constantemente con nuestras fuerzas, pero también pedirlas al Señor, rezando, recibiendo los Sacramentos, y meditando los atributos de Dios, para darnos cuenta Quién es el Señor, qué es Él. Porque no podemos creer de verdad que Dios todo lo puede, y que todo lo que quiere lo hace, y luego no tener confianza en Él.

Dios pide fe para actuar, y con nuestra falta de fe y confianza, atamos las manos de Dios, cerramos el camino a la gracia y a los milagros grandiosos que Dios quiere hacer en nuestras vidas y en las vidas de quienes amamos.

No por nada el demonio trabaja ardientemente por hacer perder la fe al mundo, ya que sabe muy bien que el hombre sin fe, es un juguete en sus manos, que fácilmente lo puede llevar a la desesperación y al pecado.

Lo más grave de esta época es la crisis de fe, la falta de fe; o lo que es peor: el tener una fe adulterada, falsificada; y así el Señor no puede intervenir como quisiera porque los hombres no creemos ya, no confiamos ya en Dios.

Llega el tiempo en que se salvará sólo el que crea y confíe hasta el final, esperando contra toda esperanza. Y lo lograrán quienes estén entrenados en las cosas comunes de la vida, a esperar y confiar en Dios a pesar de todas las circunstancias y apariencias.

Dios no defrauda JAMÁS a quien cree y confía en Él. Dios es fiel. Pongamos nuestra confianza, esperanza y fe completas en Dios, y Él hará verdaderas “locuras” por nosotros, por quienes amamos y por el mundo entero.