domingo, 18 de diciembre de 2016

Belleza de María

Belleza de María

Vida...

Vivir católico

Evitar el pecado
“¡Morir antes que pecar!”, decían los santos. ¿Y nosotros?, ¿decimos lo mismo? A veces hay que reconocer que cometemos el pecado muy fácilmente, sin darnos cuenta de que al pecar estamos crucificando nuevamente al Señor y nos hacemos esclavos del demonio, que así puede actuar e influir en nuestras vidas.
Si viéramos lo horrible que es un alma en pecado mortal, no pecaríamos nunca más.
Pero a veces caemos en pecado porque no somos cautelosos. No ponemos por obra lo que prometimos en la última confesión, cuando dijimos en el Pésame: “Propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado”. Es decir, que no evitamos las ocasiones próximas de pecado y así caemos lastimosamente en el pecado.
Una vez un muchacho me decía que iba a ir a un lugar malo con la intención de convertir a los que allí estaban. Ésta es una tentación muy común, que pone el demonio en nuestra cabeza para arrastrarnos al mal. Lo más probable es que ese muchacho, en lugar de convertir a otros, haya sido “convertido” al mal. No hay que abusar y creernos invencibles, sino ser prudentes porque las tentaciones son muy fuertes, y el que no vigile y ore incesantemente, perecerá.
Ya lo dice la Escritura: “Quien ama el peligro, perecerá en él”. ¿Entonces por que ponernos en ocasión de pecar? Eso es ya pecado, porque es presunción y buscar el peligro. Porque Dios nos quiere ayudar, pero si nosotros nos arrojamos voluntariamente a las tentaciones, entonces Dios nos dejará librados a nuestra libertad y caeremos miserablemente.
Recordemos que en estas batallas contra las tentaciones, especialmente contra las tentaciones impuras, el valiente es quien huye de ellas y no el que trata de enfrentarlas.
Como aquel que se había convertido y pretendía volver a su antiguo amor y tratar de convencerla y llevarla por el buen camino. Lo más probable es que este hombre haya caído nuevamente en el pecado.
No hay que hacerse el valiente, sino ser valientes realmente huyendo de las ocasiones. Que es mucho lo que se juega: nuestra salvación o condenación eterna.