lunes, 25 de junio de 2012

Ese niño...


¿Qué va a ser de este niño?
 
¿Qué será?
De ese niño que, cuando era pequeño,
miraba a Dios y siendo adulto se aleja de Él.
De ese niño que, siendo pequeño se estremece
con las estrellas y, siendo mayor, vive de espaldas a ella.
De ese niño que, cuando era pequeño se asombraba
ante el Misterio y, al crecer, es duro como la roca.
 
¿Qué será, de ese niño, que todos llevamos dentro?
De ese niño que, cuando era pequeño, hablaba con Dios
y, al hacerse adulto, rompe toda comunicación con Él.
De ese niño que, cuando era pequeño, tenía como confidente
al Señor y, al medir metro y medio, lo deja a un lado.
De ese niño que, cuando era pequeño, agradecía la mano de Dios
y, al subir los primeros peldaños de su existencia, cae en el olvido.
 
¿Qué será, de ese niño, que todos llevamos dentro?
De ese niño que, cuando era pequeño, su cuna era mecida por Dios
y, al mirar hacia el futuro, prefiere otros movimientos del mundo.
De ese niño que, cuando era pequeño, se retiraba al silencio de una Iglesia
y, al hacerse mayor, prefiere los ruidos de las calles y de las plazas.
De ese niño que, cuando era pequeño, comía a Dios con ilusión
y, al alcanzar la serenidad de la vida, vive sin el pan de la Eucaristía.
 
¿Qué será, de ese niño, que todos llevamos dentro?
Como Juan Bautista;
¿Naceremos para una vida despuntando hacia Dios?
Como Juan Bautista;
¿Recorremos desiertos para llenarnos del Señor?
Como Juan Bautista;
¿Nos sentiremos pequeños ante el que está por venir?
Como Juan Bautista;
¿Sentiremos la mano poderosa de Dios?
Como Juan Bautista;
¿Seremos grandes por ser, precisamente, pequeños?
Como Juan Bautista;
¿Seremos señales u obstáculos para la llegada del Señor?
 
¿Qué será, amigos,  de ese niño de Dios,
 que todos llevamos dentro?
 
P. Javier Leoz





Consagración Mariana...


Información sobre la Consagración a María 

II. La devoción perfecta a María.
1) En qué consiste.
28) Consiste en darse todo entero, como esclavo, a María y a Jesús por Ella; y en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María.
Voy a explicar estas palabras.
29) Hay que escoger un día señalado para entregarse, consagrarse y sacrificarse; y esto ha de ser voluntariamente y por amor, sin encogimiento, por entero y sin reserva alguna; cuerpo y alma, bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes interiores del alma, a saber: sus méritos, gracias, virtudes y satisfacciones.
Es preciso notar aquí que con esta devoción se inmola el alma a Jesús por María, con un sacrificio, que ni en orden religiosa alguna se exige, de todo cuanto el alma más aprecia; y del derecho que cada cual tiene para disponer a su arbitrio del valor de todas sus oraciones, limosnas, mortificaciones y satisfacciones; de suerte que todo se deja a disposición de la Virgen Santísima, que a voluntad suya lo aplicará, para la mayor gloria de Dios, que sólo Ella perfectamente conoce.
30) A disposición suya se deja todo el valor satisfactorio e impetratorio de las buenas obras; así que, después de la oblación que de ellas se ha hecho, aunque sin voto alguno, de nada de cuanto bueno hace es ya uno dueño; la Virgen Santísima puede aplicarlo; ya a un alma del purgatorio para aliviarla o libertarla, ya a un pobre pecador para convertirle.
31) También nuestros méritos los ponemos con esta devoción en manos de la Virgen Santísima; pero es para que nos los guarde, aumente y embellezca; puesto que ni los méritos de la gracia santificante, ni los de la gloria podemos unos a otros comunicarnos.
Dámosle, sin embargo, todas nuestras oraciones y obras buenas, en cuanto son satisfactorias e impetratorias, para que las distribuya y aplique a quien le plazca. Y si después de estar así consagrados a la Santísima Virgen, deseamos aliviar algún alma del purgatorio, salvar a algún pecador, sostener a alguno de nuestros amigos con nuestras oraciones, mortificaciones, limosnas, sacrificios, preciso es pedírselo humildemente a Ella, y estar a lo que determine, aunque no lo conozcamos: bien persuadidos de que el valor de nuestras acciones, administrado por las mismas manos (las de la Virgen) de que Dios se sirve para distribuirnos sus gracias y dones, no podrá menos de aplicarse a la mayor gloria suya.
32) He dicho que consiste esta devoción en entregarse a María en calidad de esclavo; y es de notar que hay tres clases de esclavitud.
La primera es esclavitud de naturaleza; buenos y malos son de esta manera esclavos de Dios.
La segunda es esclavitud forzada; los demonios y los condenados son de este modo esclavos de Dios.
La tercera es esclavitud de amor y voluntad; y con ésta debemos consagrarnos a Dios por medio de María, del modo más perfecto en que una criatura puede entregarse a su Creador.
33) Notad además que de criado a esclavo hay mucha diferencia. El criado pide paga por sus servicios; el esclavo, no. El criado está libre para dejar a su señor cuando quiera, y no le sirve sino a plazos, el esclavo no puede dejarle, pues se le ha entregado para siempre. El criado no da a su señor derecho de vida y muerte sobre su persona; el esclavo se le entrega por completo, de suerte que su señor puede hacerle morir sin que la justicia le inquiete.
Fácilmente se echa de ver que el esclavo forzado vive en la más estrecha de las sujeciones. Tal, que sólo puede convenir al hombre respecto de su Creador. Por eso entre los cristianos no hay tales esclavos; sólo entre los turcos e idólatras.
34) ¡Feliz y mil veces feliz el alma generosa que se consagra a Jesús por María, como esclava de amor, después de haber sacudido en el bautismo la esclavitud tiránica del demonio!

(de El Secreto de María)