Teaching the Gospel

Acting well.



Not everyone who says to me, 'Lord, Lord' will enter the kingdom of heaven, but he who does the will of my Father who is in heaven. (Mt 7, 21).

Teaching:

The will of God is that we keep the Ten Commandments. Because if we talk a lot about God and the things of God, but in practice do his will, then we will not enter Heaven, where only those who have done well enter.

We must learn to live what we believe, because if we know many things about God and His truths, but do not practice, will those same truths which we condemn in judgment.

This is also a warning for priests and religious, who treat the things of God, but sometimes do not live up to them. And also many theologians "know" many things, but do not know the essential, which is to live the Gospel.

When we want to know if someone is really from God, hear not only his words, but rather look at how it works, if it meets the Commandments. If true, then yes we can trust his word: for the tree is known by its fruit, and if there is good fruit in the works, then the tree is good and we can trust him.

Let us be careful because nowadays many people named Jesus Christ and even call themselves followers of Him, but in practice do the exact opposite of the teachings of the Lord. They use the Holy Name to confuse the unwary. Let's be careful and judge according to the works of men, and not by their words.

Enseñanzas del Evangelio

Actuar bien.

No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (Mt 7, 21). 

Enseñanza: 

La voluntad de Dios es que cumplamos los Diez Mandamientos. Porque si hablamos mucho de Dios y de las cosas de Dios, pero en la práctica no cumplimos su voluntad, entonces no entraremos en el Cielo, donde sólo entran quienes han actuado bien.

Debemos saber vivir lo que creemos, porque si sabemos muchas cosas de Dios y de sus verdades, pero no las practicamos, serán esas mismas verdades las que nos condenarán en el Juicio.

Ésta es también una advertencia para los sacerdotes y consagrados, que tratan las cosas de Dios, pero a veces no viven de acuerdo a ellas. Y también muchos teólogos “saben” muchas cosas, pero no saben lo esencial, que es vivir el Evangelio.

Cuando queremos saber si alguien es realmente de Dios, no oigamos sólo sus palabras, sino más bien miremos cómo actúa, si cumple los Mandamientos. Si los cumple, entonces sí que podemos fiarnos de su palabra, porque el árbol se conoce por sus frutos, y si hay buen fruto en las obras, entonces el árbol es bueno y podemos fiarnos de él.

Tengamos cuidado porque hoy en día son muchos los que nombran a Jesucristo e incluso se dicen seguidores de Él, pero en la práctica hacen lo diametralmente opuesto a las enseñanzas del Señor. Usan el Nombre Santo para confundir a los incautos. Tengamos cuidado y juzguemos según las obras a los hombres, y no según sus palabras.