domingo, 4 de octubre de 2015

Sacrificios...

teresita

Pequeños sacrificios.

Hace unos días celebramos la memoria de Santa Teresita del Niño Jesús, santa que se distinguió especialmente en ofrecer las cosas pequeñas de cada día como medio de santificación. 
Y eso es lo que debemos hacer nosotros, lo que se llaman “pequeños sacrificios”, es decir, hacer pequeños actos de renuncia, y hacerlos con mucho amor, para bien nuestro y de muchas almas, porque siempre será verdad que las almas se salvan con la oración y el sufrimiento. 
Hagamos el propósito de comenzar hoy mismo haciendo pequeños sacrificios. Pongámonos como objetivo el arrebatar almas al demonio, especialmente aquellas almas que más amamos, quizás la de nuestros seres más queridos, los amigos, y por toda aquella persona que esté necesitando un “empujón” de gracia para salir de un estado miserable de pecado, o para arreglar alguna situación complicada, etc. 
Con la oración y la penitencia, podemos obtener todo de Dios. ¿Qué estamos esperando para comenzar ahora mismo con esta loable práctica de las pequeñas renuncias a cosas lícitas?, que no permitirán que nos ensoberbezcamos, pues son mínimas; y haremos un gran bien, no sólo para obtener gracias y favores de Dios, sino también para estar en buen estado nosotros mismos, es decir, entrenados en esta lucha que es la vida sobre la tierra. 
Tendríamos que llenar nuestra jornada de pequeños sacrificios. ¡Hay tantas cosas inoportunas que nos suceden durante el día! ¿Por qué no las aprovechamos para, en lugar de enojarnos y malhumorarnos, ofrecerlas por la salvación de las almas, especialmente de alguna en particular por la que tenemos un gran amor? 
Recordemos aquellas palabras del Salvador en su Evangelio, que quien sea fiel en lo poco, también será fiel en lo mucho. Así, haciendo pequeños sacrificios, muchos por día, quizás alguna vez tengamos que derramar también materialmente la sangre por Cristo; y estaremos preparados, porque toda nuestra vida habrá sido un bordado primoroso de pequeños martirios de amor, por Dios y por las almas; y habiendo siendo fieles en lo poco, también seremos fieles en lo mucho. 
Hay mil ocasiones en la vida de todos los días, para ejercitar el amor, la paciencia, la mansedumbre, la alegría. Comencemos hoy mismo, ahora, y veremos las admirables cosas que el Señor hará por nosotros y por quienes amamos.