sábado, 10 de septiembre de 2016

Evangelio del día...

Evangelio del día.

Sábado 10/SEP/16.
Lc 6, 43-49.
Por los frutos.
Jesús decía a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla su boca. ¿Por qué ustedes me llaman: “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la inundación, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.
Reflexión:
“¿Por qué me llaman: ‘Señor, Señor’ y no hacen lo que digo?” Debemos tener siempre presente que Dios nos juzgará por nuestras obras, es decir, si hemos cumplido o no sus mandamientos, tanto los del decálogo como los dados por Jesús en el Evangelio y los que nos manda la Iglesia a través del Papa y los Obispos unidos a Él. De nada sirve que nos llenemos la boca hablando de Jesús y citando pasajes bíblicos si no cumplimos la Voluntad de Dios. Hay muchos que usan el nombre de Dios para engañar, pero Jesucristo nos da la clave para descubrir su falsedad, y es que “el árbol se conoce por sus frutos.” Y si vemos que alguien habla mucho de Dios pero sus obras son malas, estemos seguros que nos encontramos ante un falso profeta y un lobo vestido de cordero.
Pidamos a la Santísima Virgen que nuestro obrar sea santo hasta en las más sencillas acciones de todos los días, ya que ante Dios no hay acción grande ni pequeña, sino que toda obra se mide por el amor con que la hacemos.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.