jueves, 28 de noviembre de 2013

Partículas del Evangelio...

Partículas de Evangelio

Jesús está en el necesitado. 
“Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y acudieron a mí”. (Mt 25, 35). 
Comentario: 
¡Qué hermosas palabras éstas del Señor, especialmente si las escuchamos algún día de labios del mismo Jesús, cuando nos juzgue dignos de entrar en el Cielo! Porque todo lo que hacemos a nuestros prójimos, especialmente a los que están más necesitados de ayuda, se lo estamos haciendo al mismo Jesús.
Si pensáramos un poco más en esta verdad, no actuaríamos tantas veces de forma tan dura o indiferente, sabiendo que cuando socorremos al hermano, estamos socorriendo al mismo Cristo, al mismo Dios.
Si nos dedicáramos a meditar sólo este versículo del Evangelio, a rumiarlo y a ponerlo en práctica, ya seríamos santos en corto tiempo, pues el Evangelio no es otra cosa que practicar la misericordia. Dios es Misericordia y como quiere que sus hijos sean, como Él, misericordiosos, ha dejado que en el mundo haya miserias, no por el hecho de complacerse en el dolor humano, sino para darnos una oportunidad a los hombres para practicar la misericordia.
¿Qué será de nosotros si no somos misericordiosos? ¿Y qué será de nosotros si, no sólo que no practicamos la misericordia, sino que peor aún, somos duros e intransigentes con los hermanos necesitados? El Señor no deja lugar a dudas: iremos al Infierno por haber sido indiferentes. Porque hay que notar que el Señor destina al Infierno no sólo al que ha sido malo con los necesitados, ya que a los malos ni siquiera los nombra; sino que Jesús destina al Infierno a quien simplemente ha omitido hacer el bien.
¡Cuidado con esto porque es una llamada de atención para nosotros, que tenemos tantas lagunas en nuestra caridad fraterna!

Jesús, María, os amo, salvad las almas.


Papa Francisco...

Papa Francisco ‏@Pontifex_es
Seamos dóciles a la Palabra de Dios, atentos a las sorpresas del Señor, que nos habla.

Thurdays...

hola, tengan todos ustedes, muy buenos días...
los amo y les deseo un felíz jueves...
y que disfruten este día junto a sus seres queridos...
Dios los bendiga, amén...

hello to all of you, very good morning ...
I love them and wish them a happy thursday ...
and enjoy this day with your loved ones ...
God bless you, Amen ...

Rayos de Fé...

Rayos de Fe

Fe operante. 
La fe, si no es operante, está muerta. Por eso debemos tener fe para ver a Jesús en cada prójimo, tanto en el bueno, como en el que no lo es.
¡Ay de nosotros si tratáramos a los hombres según creemos que se merecen! En cambio tenemos que saber ver, por la fe, a Jesús en cada hermano, para ser caritativos con todos, sabiendo que el Señor está misteriosamente escondido en el hermano.
Si nos paramos a considerar a quién le hacemos un favor o qué decimos a cada uno, notaremos que hacemos acepción de personas. Y el Señor no quiere que tratemos mal a ninguno, por malo o antipático que nos parezca.
¿Qué tendría que haber hecho el Señor con todos los que lo odiaban, que eran tantos y lo siguen siendo? A pesar de que Jesús veía el corazón de los hombres, no condenó, ni trató mal, sino que perdonó y oró por sus perseguidores.
Ser cristiano, ser católico, pero de verdad, no es cosa fácil. Pero el premio que hay reservado para quien lo logre, es tan desmesurado, que vale la pena intentarlo todo por ser santo.
La Virgen en uno de sus mensajes dice textualmente: “Si los hombres supieran lo que es el Cielo, harían cualquier cosa para salvarse”.
Y yo agrego que si los hombres entendiéramos un poco lo que es el Infierno, haríamos cualquier cosa por evitarlo.
“Cualquier cosa”. Por eso entendemos ahora a tantos santos y mártires, que huyeron del mundo, hicieron grandes penitencias, pasaron días enteros en oración.
A nosotros no se nos pide tanto, sino que hagamos lo que tenemos que hacer, viendo en todos los hombres el rostro de Cristo, que a veces podrá estar desfigurado, pero será igualmente el rostro del Señor.

Pensemos estas cosas y si nos falta fe, pidámosla al Señor, como aquél padre del endemoniado epiléptico, que suplicó al Señor: “Creo, pero aumenta mi fe”.