Rayos de Fe
Fe operante.
La fe, si no es operante, está muerta. Por eso debemos tener fe para ver a Jesús en cada prójimo, tanto en el bueno, como en el que no lo es.
¡Ay de nosotros si tratáramos a los hombres según creemos que se merecen! En cambio tenemos que saber ver, por la fe, a Jesús en cada hermano, para ser caritativos con todos, sabiendo que el Señor está misteriosamente escondido en el hermano.
Si nos paramos a considerar a quién le hacemos un favor o qué decimos a cada uno, notaremos que hacemos acepción de personas. Y el Señor no quiere que tratemos mal a ninguno, por malo o antipático que nos parezca.
¿Qué tendría que haber hecho el Señor con todos los que lo odiaban, que eran tantos y lo siguen siendo? A pesar de que Jesús veía el corazón de los hombres, no condenó, ni trató mal, sino que perdonó y oró por sus perseguidores.
Ser cristiano, ser católico, pero de verdad, no es cosa fácil. Pero el premio que hay reservado para quien lo logre, es tan desmesurado, que vale la pena intentarlo todo por ser santo.
La Virgen en uno de sus mensajes dice textualmente: “Si los hombres supieran lo que es el Cielo, harían cualquier cosa para salvarse”.
Y yo agrego que si los hombres entendiéramos un poco lo que es el Infierno, haríamos cualquier cosa por evitarlo.
“Cualquier cosa”. Por eso entendemos ahora a tantos santos y mártires, que huyeron del mundo, hicieron grandes penitencias, pasaron días enteros en oración.
A nosotros no se nos pide tanto, sino que hagamos lo que tenemos que hacer, viendo en todos los hombres el rostro de Cristo, que a veces podrá estar desfigurado, pero será igualmente el rostro del Señor.
Pensemos estas cosas y si nos falta fe, pidámosla al Señor, como aquél padre del endemoniado epiléptico, que suplicó al Señor: “Creo, pero aumenta mi fe”.
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