viernes, 14 de marzo de 2014

Mensaje...

Mensajes de las Almas del Purgatorio
(Revelaciones a Sor Josefa Menéndez)

2 DE ABRIL DE 1922
Una de las muchas almas (del Purgatorio) que acuden a Sor Josefa pidiendo humildemente oraciones y sufragios le dice a Sor Josefa:
“¡Si las almas supieran cómo se pagan aquí los gustos innecesarios concedidos a la naturaleza!...  Ya he terminado mi destierro.  Ahora voy a la Eterna Patria”.
Otra alma le dice:
“¡Bendita sea la infinita bondad de Dios que quiere servirse de los sacrificios de otras almas para reparar nuestras infidelidades!  ¡Cuánta más gloria podía tener ahora en el Cielo, si mi vida hubiera sido otra!”
Otra alma más dice a Sor Josefa:
“No saben cuán diferentes se ven las cosas de la tierra, cuando se ha pasado a la eternidad.  Los cargos no son nada delante de Dios, tan sólo la pureza de intención con que se ejercen aun las más pequeñas acciones.  ¡Qué poca cosa es la tierra y todo lo que ella encierra!  Y a pesar de esto, ¡cuánto se la ama!  ¡Ah, la vida, por larga que sea, es nada en comparación de la eternidad!  No pueden figurarse los hombres lo que es un solo momento de purgatorio y cómo el alma se consume y se derrite en deseos de ver a Dios Nuestro Señor”.

2 DE ABRIL DE 1922
Una de las muchas almas que acuden a Sor Josefa pidiendo humildemente oraciones y sufragios, dice a Sor Josefa:
“Estoy aquí por bondad de Dios, porque mi gran orgullo me tenía abierta las puertas del infierno.  Tenía muchas personas debajo de mis pies… y ahora me pondría yo debajo del último de los pobres…  Ten compasión de mí… y haz actos de humildad para reparar mi orgullo.  Así podrás sacarme de este abismo”.
Otra de las almas del Purgatorio que visitan a Sor Josefa, le dice:
“He pasado siete años en pecado mortal y tres años enferma rehusando siempre confesarme.  Tenía bien abierto el infierno, y hubiera caído en él, si con tus sufrimientos de hoy, no me hubieses obtenido fuerza para confesarme y ponerme en gracia.  Ahora estoy en el Purgatorio y te ruego que pidas por mí, pues así como has podido salvarme, puedes sacarme pronto de esta cárcel tan triste”.
“Estoy en el Purgatorio por mi infidelidad…  No he correspondido al llamamiento divino.  Desde hacía doce años estaba resistiendo a mi vocación y viviendo en peligro de condenarme, pues para quitarme el remordimiento, me había entregado al pecado.  Doy gracias a la bondad divina que ha querido, por tus sufrimientos, darme valor para ponerme en gracia.  ¡Qué difícil era mi salvación!  Ahora te pido tengas piedad de mí y me saques pronto de este lugar de penas”.
Otra alma más dice:
“Ofrece por nosotras la Sangre de Nuestro Señor.  ¿Qué sería de nosotros si no hubiera almas para aliviarnos?”

Vía Crucis...

EL VÍA CRUCIS

El Vía Crucis o Camino de la Cruz, es una de las formas más expresivas, más sólidas y extendidas de la devoción del pueblo cristiano a la Pasión de Cristo.
Desde los primeros siglos los peregrinos de Jerusalén veneraban los lugares santos, especialmente el Gólgota y el Sepulcro. Según las revelaciones de Dios a Santa Brígida, luego de la muerte de Cristo, el mayor consuelo de su Madre era recorrer los lugares de aquel sagrado camino regados con la sangre de su Hijo. La imposibilidad de ir a Jerusalén o el deseo de recordar con frecuencia en su propia tierra los momentos de la Pasión, hizo nacer en la cristiandad diversas formas de representar aquellos lugares para ser recorridos en una especie de peregrinación espiritual.
Su ejercicio tiene indulgencia plenaria cuando se hace ante estaciones legítimamente erigidas. Aunque es costumbre laudable leer un texto y rezar determinadas oraciones, puede hacerse meditando mentalmente lo que propone cada estación.
Dice San Bernardo: “No hay cosa tan eficaz para curar las llagas de nuestra conciencia y purgar y perfeccionar nuestra alma como la frecuente y continua meditación de las llagas de Cristo y de su Pasión y Muerte”.
Le dijo Jesús Misericordioso a Santa Faustina Kowalska: "Son pocas las almas que contemplan Mi Pasión con verdadero sentimiento; a las almas que meditan devotamente Mi Pasión, les concedo el mayor número de gracias".

Estaciones del Vía Crucis:

1ª: Jesús condenado a muerte.
2ª: Jesús con la cruz a cuestas.
3ª: Jesús cae por primera vez.
4ª: Jesús encuentra a su Madre.
5ª: El Cireneo ayuda a llevar la cruz.
6ª: La Verónica enjuga el rostro del Señor.
7ª: Jesús cae por segunda vez.
8ª: Jesús consuela a las santas mujeres.
9ª: Jesús cae por tercera vez.
10ª: Jesús es despojado de sus vestiduras.
11ª: Jesús es crucificado.
12ª: Jesús muere en la cruz.
13ª: Jesús en los brazos de su Madre.
14ª: Jesús es sepultado.

Modo de rezar el Vía Crucis:

Recorrer física o mentalmente las estaciones meditando un momento en cada una de ellas. Si queremos mientras meditamos en cada estación, podemos rezar alguna oración, por ejemplo un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

PROMESAS para los devotos del Vía Crucis

1.  Yo concederé todo cuanto se Me pidiere con fe, durante el Vía Crucis.
2.  Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Vía Crucis.
3.  Durante la vida, Yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.
4.  Aunque tuvieran más pecados que las hojas de la hierba que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al Vía Crucis. (Nota: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)
5.  Los que acostumbran rezar el Vía Crucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el Cielo.
6.  Después de la muerte, si estos devotos llegasen al Purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
7.  Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Vía Crucis; y mi bendición les acompañará en todas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
8.  A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así podrán reposar tranquilamente en Mis Brazos.
9.  Si lo rezan con verdadero amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde Me complaceré en derramar Mi Gracia.
10. Fijaré la mirada de Mis Ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía Crucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11. Así como Yo fui clavado en la Cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que Me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
12. Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de Mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.
13. En la hora de la muerte, Yo les consolaré con Mi presencia, e iremos juntos al Cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del Vía Crucis.

14. Para estos devotos del Vía Crucis, Mi Alma será un escudo de protección que siempre les prestará el auxilio cuando recurran a Mí.