martes, 14 de agosto de 2018

Remedio...

Dios es bueno y nos ama

Remedio amargo.
A ninguno nos gustaba, de pequeños, tomar ningún remedio amargo. Y ahora, que somos pequeñuelos de Dios, también queremos sólo bebidas dulces, pero no remedios amargos.
Pero es que los remedios nos hacen bien cuando estamos enfermos. Y nosotros estamos muchas veces enfermos, no tanto en el cuerpo, sino en el alma, y es necesario que Dios de vez en cuando nos administre algún medicamento amargo, es decir, algún sufrimiento, o dolor.
Si Dios no haría esto con nosotros, entonces no adelantaríamos, porque el adelanto está en asimilar las cosas que nos van sucediendo cada día, buenas y malas, pensando que si Dios las quiso para nosotros, o que al menos las ha permitido, es siempre por un bien para nosotros.
Son las podas del Señor, como el mismo Cristo ha dicho en el Evangelio. Son las podas del Padre, que a veces parecen que hacen más daño que bien. Incluso quien ha paseado por algún viñedo en época de poda, cree que el viñador ha matado a la planta, de tanto como la ha podado. Pero que venga en tiempos de frutos y verá lo admirable de los frutos de esa vid.
También a veces el Señor permite algún dolor en nuestra vida que “nos mata” aparentemente. Pero esperemos que pase el tiempo, y veremos cómo da sus frutos. Y el sólo hacernos más misericordiosos, sabiendo compadecer a quienes pasan un dolor semejante al nuestro, ya es un buen fruto, porque no otra cosa ha hecho el Señor, que vino a padecer con los hombres para entender en carne propia lo que significa sufrir, y así ser compasivo.
¡Bendito sea Dios!