viernes, 4 de agosto de 2017

Mensajes...

Mensaje de conversión

En cementerios
18-2-84 55
En todos los lugares del mundo, donde han sido dados mis Mensajes, parecería que se predicó en cementerios, no hubo la respuesta que quiere el Señor.
Por eso tu pueblo fue elegido, predica para que tus hermanos respondan al llamado del Señor nuestro Dios. Amén. Amén.
Leed: Salmo 107, V. 35 hasta terminar
35 Convirtió el desierto en un lago, y la tierra reseca es un oasis:
36 Allí puso a los hambrientos, y ellos fundaron una ciudad habitable.
37 Sembraron campos y plantaron viñas, que produjeron frutos en las cosechas.
38 El los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que les faltara el ganado.
39 Cuando eran pocos, y estaban abatidos por el peso de la desgracia y la aflicción,
40 el que cubre de vergüenza a los príncipes y los extravía por un desierto sin huellas,
41 levantó a los pobres de la miseria y multiplicó sus familias como rebaños.
42 Que los justos lo vean y se alegren, y enmudezcan todos los malvados.
43 El que es sabio, que retenga estas cosas y comprenda la misericordia del Señor.
(Mensaje de María del Rosario de San Nicolás)
Comentario:
La Virgen nos dice en este mensaje que en los lugares donde Ella ha dado sus mensajes, parecería que se predicó en cementerios porque no hubo la respuesta que espera el Señor, y por eso ha elegido a San Nicolás, Argentina, para que desde aquí se invite al mundo a la conversión y a la penitencia. El tiempo de la misericordia está para ceder al tiempo de la justicia divina, y tal vez no nos quede mucho tiempo para convertirnos. No dejemos pasar estos momentos tan especiales y llenos de gracias celestiales. No aplacemos nuestra conversión para mañana, porque tal vez pueda ser tarde. Digamos como San Expedito: “Hoy”, y tratemos de hacer una buena, sincera y completa confesión con un sacerdote y empecemos una vida nueva, tratando de cumplir lo que la Virgen nos indica, especialmente con la oración frecuente, perseverando en el bien y evitando el mal de todo tipo. Hagamos penitencia y oración, que son las dos armas con las cuales se salvan pecadores y se camina por el camino de la santidad.