jueves, 9 de febrero de 2017

Lecturas...

Lectura espiritual

Ejemplo 8.
La Virgen acoge siempre el ruego perseverante
“Recuerdo un hecho que me impresionó vivamente y aconteció el año 1967 en que tomé parte en la Gran Misión de Lima (Perú).
Había terminado la Misión y para que viera algo de ese país, me llevaron unos religiosos a visitar un pueblo de la Cordillera de los Andes, cuya altura era asombrosa.
Regresábamos de la excursión, y cerca de un pequeño poblado casi perdido en la inmensidad de aquellos montes, una avería del automóvil nos detuvo. Mientras el mecánico reparaba el coche, comentábamos paisajes y costumbres, a la vez que nos acongojaba observar la falta de asistencia espiritual de aquellas poblaciones privadas de sacerdote.
Pensando en esto y hablando de ello, se llegó al grupo que formábamos los expedicionarios un hombre de mediana edad, que dirigiéndose a mí (por ser el único que vestía sotana), dice: “Padrecito: Le ruego venga conmigo a casa, donde tengo muy enferma a mi madre viejita. Ella pide un sacerdote, y el más próximo está a 300 kilómetros de aquí, y no da tiempo a ir por él porque dice mi vieja que se encuentra muy mal y que se muere...”
“No me hice repetir la súplica. Le dije al buen hombre: “Vamos. ¿Está lejos?” “Muy cerquita” –respondió mi acompañante.
“Anduvimos un buen camino y nos presentamos en la casa de la anciana. Al entrar en su habitación, lo primero que me sorprende es contemplar junto a la cama, en una mesita, la estampa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
“Animo en lo posible a la enferma, y luego la confieso... La paz de su alma se refleja en su rostro. Y con voz débil, tomándome la mano para besarla, dijo: “Esto es lo que siempre le pedí a la Virgen: no morir sin confesión... Y le rezaba tres Avemarías”...
“Salí de aquella casa emocionado... La Madre de Dios había escuchado la oración de la sencilla mujer peruana... ¡Y, precisamente el sacerdote que “dispuso” la Señora que atendiera a esa alma que tantas veces la había invocado como “Perpetuo Socorro”, fue un Misionero Redentorista!”...
¡¡Maravillas con que nos recrea la Santísima Virgen!!
P. Luis Larrauri, C. SS. R.
(Misionero Redentorista). Carta de 21 de junio de 1968.