lunes, 7 de enero de 2013

Sagrado Corazón de Jesús...


Pensamiento sobre el Sagrado Corazón
Horno de perfección.
"Si veis en vosotros un sinnúmero de impaciencias y enojos, arrojadlos en la fragua de la mansedumbre del amable Corazón de Jesús, para que os haga mansos y humildes".

Santa Margarita María de Alacoque 
Comentario: 
El Corazón de Jesús es como un horno de perfección, donde arrojamos en él nuestras imperfecciones, y se truecan en virtudes.
Si estamos convencidos de que la obra de santificación de un alma es más obra de Dios que de la criatura, entonces podremos entender cómo es que debemos poner todos nuestros defectos en el Corazón de Jesús, para que allí se disuelvan y en cambio nos dé el Señor las virtudes, en especial las de la mansedumbre y humildad, propias del Corazón de Cristo, y que debemos tratar de alcanzar porque son las que más nos asemejan a Dios y nos hacen más agradables a Él y a su Madre.
No queramos pelear solos contra el enemigo que es más fuerte que nosotros, sino corramos al refugio que Dios nos ha preparado, es decir, vayamos a refugiarnos al Sacratísimo Corazón de Jesús, y allí seremos protegidos de las asechanzas del demonio y de las ocasiones de pecado.
Este Corazón del Señor es el Tesoro de que habla el Evangelio, y quien lo encuentra tiene una mina de oro, porque de él puede sacar innumerables riquezas espirituales y hasta materiales, para vivir bien esta vida y acumular tesoros de gracias y buenas obras para la eternidad.
Vayamos al Corazón de Jesús y consagrémonos a él, que tenemos mucho que ganar y nada que perder. Seamos buenos negociantes, y así como nos gusta hacer buenos negocios en la tierra, seamos mucho mejores negociantes para el Cielo, entregándonos al Corazón de Jesús.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.


Oración...


         Oración de la Estrella
 
¿Dónde vas inquieta y misteriosa, estrella de Belén?
¿Por qué tu resplandor ilumina a los que tienen fe
y deja como están, a los que cerraron
sus ojos al asombro?
¿Por qué, cuando más te necesitamos,
te escondes detrás de las nubes,
y nos dejas en la incertidumbre?
 
Estrella, que expresas mensajes de adoración y convocatoria:
¿Hacia qué destino despunta el centro de tus destellos?
¿Quién es el autor de tu aparición repentina?
¿Por qué, en la noche, juegas a disimularte
y asomas cuando, el peligro,
se aleja del que te quiere seguir?
 
Tú, estrella divina, nos ayudas a descubrir
el corazón de Dios que late en un portal;
a postrarnos ante Aquél que,
siendo Dios, se hace hombre;
a ofrecer, entre miserias y debilidades,
la fortuna de nuestra fe.
 
Eres, estrella celeste, manifestación de un Dios
que guía al hombre hasta Jesús;
sendero por el que caminan los que elevan
sus ojos hacia el Creador;
luz para todo aquel, que viviendo en la oscuridad,
busca nitidez para su fe.
 
Eres, estrella que cruza el inmenso cielo,
dedo que señala al rey que todos esperan.
Eres, estrella que parpadea con guiño de Dios,
veleta que nos revela al rey humilde y oculto,
real, universal, rompiendo y saltando
las fronteras que los hombres vamos levantando.
 
Estrella de Belén, eres signo de un acontecimiento;
llamado a ser universal;
eres tutor que lleva a un Dios escondido.
¡Párate, detente estrella divina y veloz!
Queremos vislumbrar, ya desde ahora,
a Aquél que profetas y reyes, ángeles
y pastores anunciaron y adoraron.
 
Gracias, Señor,
ya no necesitamos más estrellas,
pues, bien sabemos, que cuando hay LUZ
la LUZ ya no tiene estrellas.
Y, Tú, Señor, eres luz que apaga y esconde
todas las demás estrellas.
Amén.
 
P. Javier Leoz