lunes, 8 de junio de 2015

La Fé...

Rayos de Fe

Fe absoluta.
Los católicos, en el trajinar de los días, y preocupados por cumplir con las prácticas religiosas, nos podemos olvidar del corazón de nuestra religión que es la fe. Tengamos presente que la fe es lo que da valor a nuestras obras.
El Señor en el Evangelio premia la fe de los que acuden a Él para pedirle algo.
¿Qué puede pasar en nuestra vida y en las vidas de quienes amamos, si tuviéramos una fe absoluta en Dios?
¿Qué ocurriría si creyéramos en Dios contra toda esperanza, a pesar de las apariencias, e incluso de los hechos consumados?
Sería una fe de “locos”, ¡pero cuánto ama el Señor esta fe ciega y enloquecida! Los premios que da el Señor a quien tiene una fe de esta magnitud, son tan desmesurados, que vale la pena hacer el intento de alcanzar dicha fe.
Porque la fe es un don de Dios, es una virtud teologal que nos infunde Dios en el alma en el momento del bautismo. Pero nosotros debemos acrecentar esa fe y es también la fe una respuesta personal que damos nosotros, que “queremos” dar, y ahí ya depende de nosotros.
Entonces hagamos el propósito, a partir de hoy mismo, de tener esta fe que cree en la bondad de Dios y en su Providencia amorosa, a pesar de todo lo que vemos mal, de todo lo que, incluso, parece ya terminado, perdido para siempre, liquidado, e imposible.
Nos puede ayudar a tener esta fe, recordar aquellas palabras que el Ángel Gabriel le comunicó a María Santísima: “No hay nada imposible para Dios”. Que se nos grabe esta frase, esta Verdad, en lo más hondo de nuestro corazón, en nuestra alma, en nuestra mente, y actuemos en consecuencia, y recemos influenciados por esta frase, por esta verdad.
A los católicos nos falta fe. Y quien lo ponga en duda, que mire las iglesias y los Sagrarios, solitarios ambos. Si hubiera fe, no dejaríamos tan solo al Señor Sacramentado, y las funciones litúrgicas estarían abarrotadas de gente.
Aumentemos nuestra fe, porque de ello depende todo lo que nos suceda a nosotros y a quienes amamos, y también al mundo entero, en el tiempo y en la eternidad.