domingo, 28 de diciembre de 2014

Las almas...

Valor de las almas. 
7 DE AGOSTO DE 1922
Mientras las hermanas rezan el Rosario en la sala del Noviciado, la Virgen se aparece a Josefa, vestida como el día de sus Votos, con la diadema en la cabeza y las manos cruzadas sobre el pecho.  Josefa vio que se formaba como una corona de rositas blancas en torno a su corazón.  La Virgen le dice a Josefa:
          “Estas flores se cambiarán en perlas de gran valor para la salvación de las almas”.
          Esto lo dijo refiriéndose al Rosario que rezaban las novicias, arrodilladas alrededor de su imagen.  Y agregó:
          “Sí, las almas es lo que más ama Jesús.  Yo también las amo porque son el precio de Su Sangre, y ¡se pierden tantas!...  No resistas, hija mía, no rehúses nada; abandónate completamente a la obra de Su Corazón, que es la salvación de las almas…  No temas, hija mía; la Voluntad de Jesús se cumplirá, Su obra se hará”. 
Comentario: 
La consagración al Sagrado Corazón de Jesús, hemos dicho que puede reducirse a un pacto: “Que nosotros nos ocupemos de Jesús y de sus cosas, y Él se ocupará de nosotros y de nuestras cosas”. Pero las cosas, los intereses de Jesús son las almas, ya que por ellas Él ha bajado del Cielo y ha padecido infinito dolor por salvarlas. Por eso nuestra ocupación es salvar almas.
Si entendiéramos de una vez por todas que la perdición de una sola alma, es mayor mal que todas las desgracias de todos los mundos y de todos los tiempos, entonces no seríamos tan indolentes y descuidados en la salvación de las almas. Porque un alma que se condena al infierno eterno, lo ha perdido todo para siempre, y tendrá como herencia la desesperación y el sufrimiento sin mérito, y para toda la eternidad.
Pensemos en estas cosas y tratemos de ser más fervorosos en nuestra oración, en los sacrificios que hacemos para salvación de los pecadores, y en toda la actividad apostólica, porque las almas son las predilectas del Señor, y Dios quiere la salvación de todas, absolutamente de todas las almas, y para ello quiere hacer ese dulce pacto con nosotros, es decir, que nos consagremos a su Sagrado Corazón para que de ahora en más nos dediquemos a la salvación de las almas, porque nuestras cosas serán tomadas bajo el cuidado de Jesús.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.