lunes, 23 de noviembre de 2015

Oraciones...


Quince minutos con el Espíritu Santo

Dame tus siete Dones.
Espíritu Santo dame tus siete Dones sagrados, para que pueda guiarme en la vida y así hacer frente a mis tres enemigos: mundo, demonio y carne. Sin tu ayuda divina estoy perdido en el tiempo y en la eternidad. En cambio, si me donas tus siete dones santos, tendré las armas suficientes para entablar el buen combate de la vida.
En especial te pido el don de Sabiduría, para que tenga gusto por las cosas de Dios, y saboree las verdades eternas, y no me conforme solo con lo que ya sé de la fe, sino que investigue con la mente, pero más con el corazón, y profundice en las bellezas de nuestra santa Religión Católica.
La Sabiduría es el Don de los dones y tú, Espíritu Santo, me la puedes conceder en abundancia, para que yo sepa evitar las emboscadas astutas del Maligno, y elija siempre el camino de la verdad.
Que yo no sea un erudito sino un sabio según Dios, para que la mucha ciencia no me hinche, sino más bien que con lo poco o mucho que sé, aprenda a saborearlo todo según la fe y con los ojos de Dios.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Mensaje...


Mensaje a los Amigos del Divino Niño Jesús

EL AMOR DEL NIÑO JESÚS A SU PADRE CELESTIAL
"...y se oyó del cielo esta voz: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo puestas todas mis delicias". (Lc. 3, 22)
El amor con el cual el Niño Jesús ama a Dios su Padre, es el amor más ardiente, el más puro, el más perfecto; un amor superior a todo lo que podemos imaginar.
Él ama plenamente. Lo ama constantemente y sin interrupción. Todo lo que ama, no lo ama sino por su Padre.
Éste es, pues, el amor con el cual debo conformar el mío.
¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Sólo Tú amas al Padre de los cielos con un amor infinito; pero con tu ayuda, quiero de aquí en adelante, amarlo con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con todo mi corazón. Amén.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Delicias...

Reflexión mariana

Delicia de la Trinidad.
María es la delicia de la Santísima Trinidad, que la creó para Sí misma, y luego también para los hombres. Pero en primer lugar María ha sido creada para Dios, para ser el motivo de gozo perfecto de la Divinidad.
¿Qué será entonces contemplar a María, que arrebató el corazón de Dios y que ha enamorado al Señor de tal modo?
Amar a María es garantía de salvación, porque quien ama a la Virgen, es amado también por Ella, y por lo tanto es amado por Dios, que ama tanto a María y quiere y ama a quienes la Virgen ama.
¡Dichoso quien se ha entregado a María en calidad de esclavo de amor!, pues conocerá las dulzuras de esta Doncella, que Ella guarda especialmente para sus hijos predilectos. Será gozar de las dulzuras de esta Madre que no existe otra igual en la creación, y será recibir dones y gracias de todo tipo, siendo en cierta forma “malcriado” por la Virgen, en el buen sentido, en que Ella nos dará todos los gustos, y hará cualquier cosa por nosotros, porque hasta el mismo Dios la obedece.
Sí, María ha entregado todo a Dios, y le ha obedecido en todo; por eso Dios le entregó todo a María y hasta la obedece en todo.
Es bueno que también nosotros dejemos de regatear con Dios y le entreguemos toda nuestra voluntad y lo que somos, porque cuando queremos seguir la voluntad de Dios, paradójicamente el mismo Dios es el que sigue nuestra voluntad y nos colma de favores y gracias de todas clases.
Imitemos a María y obtendremos todo de Ella y de Dios, porque la Virgen obtiene todo de la Santísima Trinidad para nosotros.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Lectura...


Formación católica

Leer la Biblia.
¿Está bien leer la Biblia? Claro que sí, siempre y cuando se respeten algunas normas, por ejemplo, la principal es leerla e interpretarla como la lee e interpreta la Iglesia Católica, única depositaria de la verdad revelada y única intérprete autorizada de la Biblia.
Si no hacemos así, y leemos la Biblia a nuestro antojo y sin seguir la enseñanza de la Iglesia, podemos caer en cualquier clase de error y, como los protestantes, entender las cosas al pie de la letra o interpretarla de manera equivocada, incluso encontrándole sentidos opuestos a los que realmente nos enseña.
También debemos recordar que la Biblia no es el todo, sino que es uno de los tres pilares en que se basa la fe católica. Estos tres pilares son: la Biblia, la Tradición y el Magisterio. Por eso cuando un evangélico nos dice que en tal parte de la biblia no se dice que María sea tan importante, tenemos que responderle que los católicos no nos basamos sólo en la Biblia, sino también en la Tradición, y en el Magisterio de la Iglesia, es decir, en la tradición oral y escrita de los santos, y en la enseñanza infalible de los Papas y doctores de la Iglesia.
A Dios le gusta mucho que seamos obedientes a los que Él instituyó como autoridades en su Iglesia para que guíen al pueblo de Dios. Quien quiere guiarse por sí mismo, se hace discípulo de un tonto, porque en general siempre es el otro el que ve mejor lo que nos conviene, de allí la importancia también de contar con un buen director o guía espiritual.
Leamos la Biblia pero respetemos las indicaciones de la Iglesia, y quitémonos las dudas preguntando a un buen sacerdote, que no sea hereje y que tenga un profundo conocimiento teológico.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Maneras...

A la manera de Dios.

A veces queremos solucionar las cosas a la manera humana, y no pensamos que Dios nos puede dar la solución a su manera, que siempre es la más perfecta.
Si los servidores de las bodas de Caná hubieran querido actuar por su cuenta y solucionar la falta de vino, quizás hubieran pensado en fabricar alguna bebida azucarada, u otras formas de paliar la falta de vino, todas soluciones humanas y muy pobres e imperfectas. Pero Dios quería actuar y convirtió el agua en vino.
Los servidores sólo tuvieron que ocuparse por el duro trabajo de llenar las tinajas con agua, es decir, de lo natural, de lo común.
También en las multiplicaciones de los panes, Dios solucionó todo a la manera divina, convirtió los pocos panes y peces en alimento para miles de personas.
Es decir que Dios quiere actuar en nuestra vida, pero a su manera, y a nosotros nos pide que hagamos lo común, lo natural, que es rezar mucho, recibir los sacramentos y confiar en Dios, poniendo los medios para que el Señor actúe.
Cuando la Virgen en todas sus apariciones nos pide que recemos mucho el Rosario, es esto lo que nos pide: que pongamos los medios naturales, que llenemos de agua las tinajas, que donemos nuestros pocos panes y peces, que Dios hará todo lo demás. Nos pide que hagamos una nueva evangelización, que llenemos del agua del Evangelio a las naciones, que luego el milagro de salvar el mundo lo hará Dios.
Por eso no debemos cansarnos de rezar que, aunque Dios nos haga esperar un poco, en un abrir y cerrar de ojos nos dará la solución a nuestro problema.
Confiemos en Él y no dejemos la oración por nada del mundo, porque Dios quiere que pongamos nuestro “poco”, lo natural, para multiplicarlo prodigiosa y sobrenaturalmente.

martes, 17 de noviembre de 2015

Creación...

Reflexionando con la Biblia

Días de la Creación.
Cuando en la Biblia se habla de días de la creación, no podemos entender que son días terrestres, porque la tierra y el sol se crean en los días posteriores al primero, por lo que estos “días” son períodos de tiempo, son días según Dios, vistos desde la perspectiva de Dios.
Todos sabemos que la teoría de la relatividad, descubierta por Einstein, nos dice que el tiempo es relativo, y que si uno se acerca a la velocidad de la luz, unos 300.000 km por segundo, el tiempo se detiene. Por eso para quien estuviera en el punto desde donde comienza la creación. El tiempo puede ser de “días”, mientras que para otras partes del universo son de milenios o incluso millones de años. Dejemos esto para los científicos, pero sepamos que la Biblia es Palabra de Dios, que no miente ni puede engañarnos, y que lo que dice es la Verdad. No es un cuento de niños el relato de la creación, sino que es un relato pleno de sabiduría que, con el tiempo y los descubrimientos de la ciencia, nos dejará muy asombrados a los hombres.
El mundo cambia, y el mundo pasa, pero la Palabra de Dios no pasará jamás
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