viernes, 9 de septiembre de 2016
Visitas...
Obras de Misericordia
Visitar a los enfermos.
Allí donde hay sufrimiento, allí está Cristo. Y en los enfermos está el Señor, esperándonos a que vayamos a visitarlo y a consolarlo.
Porque debemos saber que quien está enfermo, muchas veces está desmoralizado y es muy sensible al amor o a la indiferencia de los hombres. Porque quien ha caído enfermo, a veces se siente castigado por Dios, y el demonio le susurra pensamientos de desesperación y tristeza.
Es bueno, entonces, que vayamos a visitarlo y a llevarle esperanza, a que le transmitamos que Dios lo ama y que no es un castigo de Dios su enfermedad, sino que más bien es un hacerse corredentor con Cristo, llevando una partecita de la Cruz de Cristo, para colaborar con la obra redentora del Señor.
Cuántas conversiones se han dado en un enfermo que recibe la visita amorosa de un familiar, de un amigo o de un desconocido que tiene piedad de él.
No temamos contagiarnos, porque Dios nos protegerá. Y si nos contagiáramos y muriésemos, Dios nos dará el Cielo como a mártires suyos, mártires de la caridad y del amor hacia el enfermo.
Jesús, en Vos confío.
jueves, 8 de septiembre de 2016
Solidarios...
Solidarios.
Dios ha hecho a la humanidad solidaria, es decir, que los hombres dependemos unos de otros, y ninguno puede decir que se las puede arreglar solo, sino que todos necesitamos en primer lugar de Dios, y en segundo lugar de nuestros prójimos. Así lo ha querido Dios, y así debemos aceptarlo también nosotros. Porque a veces estamos tan enojados con los demás o con nosotros mismos, que querríamos vivir solos y aislados, y hacer las cosas por nuestra cuenta, sin depender de otros. Pero ésa no es la voluntad de Dios, no es el plan de la Divina Providencia.
Y esto lo vemos en las cosas de todos los días. Por ejemplo una persona que está contracturada, necesita de masajes y alivio que le proporcione otra persona, porque los movimientos que uno mismo puede hacer, no son suficientes para aliviar el dolor y el malestar. Y así en todos los órdenes de la vida.
También en la procreación Dios quiere que los hombres se necesiten entre ellos, y los hijos a los padres y viceversa. Y todos formamos una gran familia, la familia humana, y por eso no debemos odiar a ninguno, y hacer todo el bien que podamos, mientras tenemos tiempo. Porque llegará el día de nuestra muerte, y se nos llamará al tribunal de Dios para preguntarnos qué hicimos con el tesoro de tiempo y de cualidades y recursos que la Providencia nos concedió.
¡Gracias a Dios que estamos leyendo este mensaje, que quizás nos sacuda un poco del sopor en que a veces estamos como somnolientos o dormidos, y entendamos de una vez para siempre que quien se salva, no se salva solo; y quien se condena, no se condena solo! Y Dios quiere que lleguemos a las puertas del Paraíso tomados de la mano con muchos hermanos que nos ayudaron y a quienes también nosotros ayudamos.
Y esto lo vemos en las cosas de todos los días. Por ejemplo una persona que está contracturada, necesita de masajes y alivio que le proporcione otra persona, porque los movimientos que uno mismo puede hacer, no son suficientes para aliviar el dolor y el malestar. Y así en todos los órdenes de la vida.
También en la procreación Dios quiere que los hombres se necesiten entre ellos, y los hijos a los padres y viceversa. Y todos formamos una gran familia, la familia humana, y por eso no debemos odiar a ninguno, y hacer todo el bien que podamos, mientras tenemos tiempo. Porque llegará el día de nuestra muerte, y se nos llamará al tribunal de Dios para preguntarnos qué hicimos con el tesoro de tiempo y de cualidades y recursos que la Providencia nos concedió.
¡Gracias a Dios que estamos leyendo este mensaje, que quizás nos sacuda un poco del sopor en que a veces estamos como somnolientos o dormidos, y entendamos de una vez para siempre que quien se salva, no se salva solo; y quien se condena, no se condena solo! Y Dios quiere que lleguemos a las puertas del Paraíso tomados de la mano con muchos hermanos que nos ayudaron y a quienes también nosotros ayudamos.
miércoles, 7 de septiembre de 2016
Vencer...
Vencer el miedo.
No debemos tener miedo porque Dios está con nosotros, si vivimos en su gracia y amistad, y nada pueden las criaturas contra un hijo de Dios.
Pero hay alguien que está muy interesado en que tengamos miedo, y ese alguien es el diablo, que como vive él mismo y sus demonios en el miedo, también quiere inculcarlo en las almas.
Trató de infundirle miedo al mismo Hijo de Dios, y lo hizo sudar sangre en el Huerto de los Olivos. También lo hará con nosotros. Pero no debemos ceder ante los engaños y amenazas del Maligno, sino ser valientes, con la valentía de los hijos de Dios, y presentar batalla al diablo y al miedo, porque también tenemos que reconocer que muchos de nuestros miedos no vienen del demonio, sino de nosotros mismos, de nuestras dudas e inseguridades, y quizás también de una mala educación.
Sea lo que fuere, tenemos que aprender a no tener miedo, porque Dios y su Madre nos protegen, y los destinos de nuestras vidas están en las manos de Dios, que no permitirá que seamos vencidos, si confiamos en Él.
¡Cuántas decisiones en la vida las tomamos por miedo! ¡Cuántas oportunidades en la vida perdemos por miedo!
Es tiempo de adoptar aquel lema que nos diera el Papa Juan Pablo II cuando comenzó su pontificado: “No tengáis miedo”.
Y es que el miedo hace cometer muchas imprudencias y nos estorba para ser felices y plenos, para vivir valientemente nuestra fe ante quien sea.
Hay gente que es valiente ya de nacimiento, y benditos sean ellos. Pero quizás nosotros no seamos valientes por naturaleza; y entonces será el momento de comenzar a trabajar nuestros miedos para conquistar la valentía en todas las cosas.
Debemos decir como decían los Santos: “¿Miedo o temor? Sólo al pecado”.
Es cierto que para muchos de nosotros será un reto no pequeño el llegar a ser valientes y dejar de tener miedos. Pero sabemos que la vida cristiana no es fácil, es una lucha continua en todos los campos. Así que a no desanimarnos y adelante, sabiendo que Dios está con nosotros, y que todo lo bueno que queremos lograr para mejorarnos y santificarnos, es bien visto por Dios, que no niega Su ayuda si tenemos buena voluntad.
Pero hay alguien que está muy interesado en que tengamos miedo, y ese alguien es el diablo, que como vive él mismo y sus demonios en el miedo, también quiere inculcarlo en las almas.
Trató de infundirle miedo al mismo Hijo de Dios, y lo hizo sudar sangre en el Huerto de los Olivos. También lo hará con nosotros. Pero no debemos ceder ante los engaños y amenazas del Maligno, sino ser valientes, con la valentía de los hijos de Dios, y presentar batalla al diablo y al miedo, porque también tenemos que reconocer que muchos de nuestros miedos no vienen del demonio, sino de nosotros mismos, de nuestras dudas e inseguridades, y quizás también de una mala educación.
Sea lo que fuere, tenemos que aprender a no tener miedo, porque Dios y su Madre nos protegen, y los destinos de nuestras vidas están en las manos de Dios, que no permitirá que seamos vencidos, si confiamos en Él.
¡Cuántas decisiones en la vida las tomamos por miedo! ¡Cuántas oportunidades en la vida perdemos por miedo!
Es tiempo de adoptar aquel lema que nos diera el Papa Juan Pablo II cuando comenzó su pontificado: “No tengáis miedo”.
Y es que el miedo hace cometer muchas imprudencias y nos estorba para ser felices y plenos, para vivir valientemente nuestra fe ante quien sea.
Hay gente que es valiente ya de nacimiento, y benditos sean ellos. Pero quizás nosotros no seamos valientes por naturaleza; y entonces será el momento de comenzar a trabajar nuestros miedos para conquistar la valentía en todas las cosas.
Debemos decir como decían los Santos: “¿Miedo o temor? Sólo al pecado”.
Es cierto que para muchos de nosotros será un reto no pequeño el llegar a ser valientes y dejar de tener miedos. Pero sabemos que la vida cristiana no es fácil, es una lucha continua en todos los campos. Así que a no desanimarnos y adelante, sabiendo que Dios está con nosotros, y que todo lo bueno que queremos lograr para mejorarnos y santificarnos, es bien visto por Dios, que no niega Su ayuda si tenemos buena voluntad.
martes, 6 de septiembre de 2016
Mensaje...
Mensaje sobre la oración
Lucha inicial.
“Tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente.”
(Diario #146 – Santa Faustina Kowalska)
Comentario:
Los primeros tiempos de la conversión son los más duros, porque el espíritu del mal no quiere perder su presa y pone en juego toda su maldad para hacernos caer nuevamente en sus redes. Por eso tenemos que perseverar en la oración, a través de la cual nos vienen todos los auxilios de Dios.
Ya lo dice el Apóstol, que resistamos al diablo firmes en la fe, y huirá de nosotros. O sea que si somos constantes en rechazar las tentaciones y sugestiones diabólicas, y por medio de la oración apagamos los dardos encendidos que nos lanza el Maligno, saldremos victoriosos y luego de una corta lucha, pasaremos a tiempos de bonanza, tranquilidad y paz.
Pero siempre tenemos que rezar, porque de lo contrario volveríamos atrás y a la esclavitud del pecado.
Nuestra vida espiritual debe ser un constante crecer hacia la cima, e incluso las caídas nos deben servir en esta subida, orando y levantándonos cada vez que caemos, por medio de una sincera confesión con el sacerdote, y empuñando el arma infalible de la oración confiada, a Dios y a la Santísima Virgen.
lunes, 5 de septiembre de 2016
Oraciones...
Quince minutos con el Divino Niño Jesús
Divino Niño Jesús de mi corazón, ¡te amo con todo mi ser!, quiero estar contigo estos quince minutos, como con mi mejor amigo. Te pido que me alegres el corazón, porque a veces estoy triste y desanimado. En cambio Tú alegras a todos los que se acercan a tu candidez, pues como lo atestiguan los Santos que han tenido devoción hacia Ti, ellos nos cuentan que cuando estaban tristes y desilusionados, Tú te les aparecías y los llenabas de alegría y consuelo. Yo también quiero ser el destinatario de tus consuelos y sonrisas, Niño de mi amor, porque esta vida es un valle de lágrimas y a veces me desanima todo el mal que veo en el mundo. No quiero volverme de carácter agrio, sino ser jovial y alegre, y de tu mano espero lograrlo, porque Tú das alegría a mi corazón y contigo soy capaz de ir a cualquier parte, incluso al Infierno, si voy de tu mano ya no tengo miedo. ¡Te amo Corazoncito mío, Divino Niño de mi alma, y espero amarte por toda la eternidad junto a tu Madre Santísima!
Amén...
Divino Niño Jesús de mi corazón, ¡te amo con todo mi ser!, quiero estar contigo estos quince minutos, como con mi mejor amigo. Te pido que me alegres el corazón, porque a veces estoy triste y desanimado. En cambio Tú alegras a todos los que se acercan a tu candidez, pues como lo atestiguan los Santos que han tenido devoción hacia Ti, ellos nos cuentan que cuando estaban tristes y desilusionados, Tú te les aparecías y los llenabas de alegría y consuelo. Yo también quiero ser el destinatario de tus consuelos y sonrisas, Niño de mi amor, porque esta vida es un valle de lágrimas y a veces me desanima todo el mal que veo en el mundo. No quiero volverme de carácter agrio, sino ser jovial y alegre, y de tu mano espero lograrlo, porque Tú das alegría a mi corazón y contigo soy capaz de ir a cualquier parte, incluso al Infierno, si voy de tu mano ya no tengo miedo. ¡Te amo Corazoncito mío, Divino Niño de mi alma, y espero amarte por toda la eternidad junto a tu Madre Santísima!
Amén...
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