lunes, 15 de mayo de 2017

Santidad...

Ser santos

¿El tiempo es oro?
Una máxima del mundo, muy conocida, es la siguiente: “El tiempo es oro”. Pero para el cristiano no es así, sino que se convierte en esta otra: “El tiempo es gloria”. Y justamente es así porque para un cristiano cada momento de su vida es una oportunidad de ser mejor, de ser santo, y de aumentar así la gloria que recibirá en el Cielo.
¿Pero los cristianos de ahora tienen esta visión sobrenatural del tiempo? ¿O más bien malgastan el tiempo en vanidades y en distracciones que no ayudan a ser santos sino que más bien obstaculizan a dicho fin?
Es tiempo de dar más valor al tiempo, recordando que la única vida que tenemos es esta que vivimos ahora, y recordar que luego viene la muerte y con ella el Juicio y la eternidad, donde recibiremos los premios o castigos que hayamos merecido en este mundo.
No hay vuelta atrás, y el tiempo que se va no vuelve. No seamos como esos insensatos que de la fortuna que tienen en sus manos, acaban haciendo miseria, sino aprovechemos bien el tiempo, dando por supuesto un momento a la diversión y al esparcimiento, pero tomándonos la vida muy en serio, porque Cielo o Infierno son lo bastante serios y no podemos tomarnos las cosas en broma y andar despreocupados por esta vida.
No existe la reencarnación, esa es una patraña del demonio, para hacernos creer que tendremos otras posibilidades. ¡No! El hombre vive una sola vez, muere una sola vez y es juzgado para siempre y se le fija un destino eterno que nunca cambiará, mientras Dios sea Dios.
Reflexionemos cómo es que estamos utilizando el tiempo de vida que tenemos y, si encontramos que hay deficiencias y que despilfarramos el tiempo inútilmente, cambiemos el rumbo porque todavía estamos a tiempo.

domingo, 14 de mayo de 2017

Sto Evangelio...

Evangelio según San Juan 14,1-12.
Jesús dijo a sus discípulos: 
"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. 
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. 
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. 
Ya conocen el camino del lugar adonde voy". 
Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". 
Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí." 
Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto". 
Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". 
Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'? 
¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. 
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. 
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."

sábado, 13 de mayo de 2017

Comunión...

Comunión frecuente.

Cuando el mal se va extendiendo y haciendo más incisivo, también el Cielo nos da armas para enfrentarlo. Por eso si bien antes no se podía comulgar todos los días, sino que eso era para algunos adelantados en la vida espiritual, ahora la Iglesia permite la Comunión diaria, e incluso se puede recibir la Eucaristía hasta dos veces en el mismo día, siempre que se participe de la Santa Misa.
Pobres de nosotros si no aprovechamos esta oportunidad que nos da el Señor, y por nimiedades faltamos a Misa, dejamos de comulgar frecuentemente, incluso diariamente, porque entonces nos vendrá la frialdad espiritual, hasta que quizás terminemos en el pecado grave y en la apostasía, es decir, el abandono de la fe.
Pensemos y meditemos un poco a ver si no estamos dejando de lado la Comunión sacramental sin motivo suficiente, porque cada vez que comulgamos recibimos un tesoro infinito. Cada vez que asistimos a Misa es como ir a un banco a recibir una inmensa fortuna. Y si haríamos cualquier sacrificio para ir a dicho banco a recibir ese tesoro, ¡también debemos poner todos los medios para ir a la iglesia a recibir a Jesús Sacramentado!
Si estamos tristes y angustiados porque las cosas van mal, el mundo va de mal en peor, nuestros seres queridos sufren por muchos motivos, tenemos la oportunidad de ayudar a todas estas situaciones con nuestra oración y, sobre todo, yendo a Misa y uniéndonos al Sacrificio de la Cruz que se actualiza en cada Santa Misa, y al recibir la Comunión, ofrecerla por todas estas cosas y por las personas más necesitadas, las que conocemos y las que no conocemos.
Quizás somos personas que no tenemos gran influencia en el mundo, ni ascendencia entre nuestros parientes como para guiarlos y aconsejarlos en el bien. Pero si vamos a comulgar todos los días, o lo más frecuentemente que podamos, estaremos haciendo maravillas por ellos y por todo el mundo. Y por supuesto estamos haciendo mucho también por nosotros mismos, porque el que come de la Carne y bebe la Sangre del Señor, tiene asegurado el Cielo, y ya aquí en la tierra es feliz y comienza a vivir en el Paraíso.
No oigamos las palabras del tentador que nos pone multitud de pretextos para que faltemos a Misa: que el sacerdote esto y aquello, que no hace falta recibir tantas veces la comunión, que no hay que ser tan fanático, etc., etc. Son todas tentaciones del Maligno que sabe muy bien el beneficio que es participar mucho en la Santa Misa y recibir en ella la Santa Comunión.
Nos hace falta más fe, o al menos vivir mejor la fe que tenemos, porque sabemos muy bien que el Sacrificio de la Misa es independiente de la santidad o no del sacerdote que la celebra.
Así que no dejemos de comulgar todas las veces que podamos. Y a no creer que si no tenemos devoción ni “sentimos” algo al recibir a Jesús por eso debemos dejar de comulgar, sino todo lo contrario, pues la Eucaristía es como una aspirina, como un remedio, y como tal debemos recibirlo, aunque no sintamos sensiblemente nada. Mejor si sentimos arder de amor nuestro pecho al recibir al Señor sacramentado; pero si no sentimos nada, igual sigamos perseverando en la Comunión diaria.
Cuando tomamos un remedio tampoco sentimos nada, pero el remedio va trabajando en nuestro organismo y nos devuelve la salud y nos da fuerzas para mejorar.
También la Eucaristía nos hace bien, aunque no lo notemos, aunque no lo percibamos ni nadie lo perciba, porque Dios trabaja en lo escondido, en lo oculto, y aunque aparentemente sigamos siendo los mismos después de cada Comunión bien hecha, en realidad no somos los mismos, sino que el Señor nos va transformando milagrosamente, misteriosamente.
Reflexionemos si estamos yendo a Misa y a comulgar todas las veces que podemos, o lo estamos dejando de lado por bagatelas.

viernes, 12 de mayo de 2017

Maria Maria Milton Nascimento (subtitulado)

Chico Buarque - O Que Será (banda sonora Dona Flor e Seus Dois Maridos)

Sto Evangelio...

Evangelio según San Juan 14,1-6.
Jesús dijo a sus discípulos: 
"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. 
En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. 
Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. 
Ya conocen el camino del lugar adonde voy". 
Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". 
Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí."