sábado, 26 de agosto de 2017

Rezar...

Adquirimos un tesoro.

Cuando rezamos adquirimos un tesoro inmenso, puesto que Dios premia a quien reza, y si no obtenemos favores inmediatos, debemos saber que la oración nunca queda estéril, sino que cuando oramos el Señor nos colma de gracias y dones, algunos en ese mismo momento, y otros dones y gracias los prepara para más adelante, para el momento oportuno en que tengamos necesidad de ellos.
Por eso no debemos desanimarnos en la oración cuando no vemos instantáneamente los frutos de ella. Eso le puede pasar a quien es débil en la fe, y cambiante como una veleta. Pero a nosotros, quienes tenemos fe en Dios y sabemos con certeza que Él es bueno y todopoderoso, no podemos desconfiar de Él y abandonar la oración, sino todo lo contrario, importunarlo a Dios, insistir una y otra vez como aquella mujer cananea que perseguía al Señor con sus gritos y que Jesús hacía como que no la oía. Sin embargo Jesús estaba admirado de la fe de esa mujer, y no sólo la premió sino que también la alabó delante de toda la gente, e incluso ante sus discípulos, a quienes superó en la fe.
También nosotros debemos rezar sin desanimarnos, aunque no veamos frutos prontamente, porque Dios está preparando el momento de nuestro triunfo, y debemos saber que cuando rezamos estamos influyendo en todos los acontecimientos de nuestra vida y de las vidas de quienes amamos. Pero no solamente influimos en el aquí y ahora, sino que nuestra oración tiene poder para cambiar los acontecimientos futuros, e incluso cambiar también los decretos del Cielo.
La oración es todopoderosa, y es, en el bien, más potente que las reacciones atómicas, pues la oración desencadena toda una serie de movimientos e influencias en toda la creación, de modo que lo mejor que podemos hacer por nosotros, por quienes amamos y por todo el mundo, es ponernos a rezar.
Recemos ahora que estamos más desahogados, que tenemos más tiempo. Recemos ahora para cuando no podamos rezar, entonces tendremos acumulado un río de gracias para aquel tiempo.
Y nuestra oración también prepara a quienes debemos encontrar en el camino de la vida, para los que vendrán a cruzarse en nuestra vida, e incluso a nuestros descendientes futuros.
No, no sabemos lo grandioso que es el poder de la oración. Si lo supiéramos, no dejaríamos pasar tanto tiempo inútilmente, sino que lo aprovecharíamos para rezar cualquier oración, la que más nos guste o mueva, porque lo importante es hablar con Dios, ponernos en sintonía con Él, y adorarlo, glorificarlo y pedirle todo lo que necesitamos, no olvidarnos de darle gracias, pues el dar gracias a Dios es fuente de nuevos dones del Altísimo para con nosotros y para toda la tierra.

viernes, 25 de agosto de 2017

Mensaje...

Mensaje sobre la oración

Nos lo dice la Reina de la Paz.
12-9-1983: "¡Orad! Cuando os doy este mensaje no os contentéis con sólo escucharlo. Aumentad la oración y ved lo felices que os hace... Todas las gracias están a vuestra disposición. Todo lo que tenéis que hacer es merecerlas. Para poder hacer eso, ¡orad!"
21-10-1983: "Lo más importante es rezar al Espíritu Santo para que descienda sobre vosotros. Cuando uno lo posee, lo tiene todo".
28-11-1983: "Hijos míos, ¡orad, orad, orad! Recordad que lo más importante en nuestras vidas es la oración".
25-10-1984: "Sólo oren y Dios les concederá las gracias que ustedes buscan".
8-11-1984: "Oren al Espíritu Santo para que Él los ilumine. Si ustedes supieran cuántas gracias les concede Dios, orarían sin cesar".
30-7-1987: "Hijos, las tinieblas reinan en el mundo entero. Las personas son atraídas por muchas cosas y se olvidan de lo más importante... En la actualidad, muchas personas viven sin fe. Algunos no quieren ni oír hablar de Jesús. ¡Y todavía quieren tener paz y satisfacción! Hijos, esta es la razón por la que necesito vuestras oraciones: La oración es el único camino para salvar el género humano".

jueves, 24 de agosto de 2017

Plan...


eflexionando con la Biblia

Plan de Dios.
Entonces dijo Yahvé Dios: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda semejante a él”. (Génesis 2, 18)
Reflexión:
Ese es el plan de Dios desde el principio: que la mujer sea una ayuda para el hombre. Pero dadas las cosas como están después del pecado original, esto no se cumple porque la mujer, seducida por la serpiente, arrastra al hombre al pecado y al crimen. Pero si la mujer trata de ser santa, entonces vuelve a cumplir este propósito para el que Dios la creó, y vuelve a ser la ayuda adecuada al hombre. Lo vemos muy claramente en la Santísima Virgen, nueva Eva, que fue y es la ayuda adecuada a Jesús, nuevo Adán, ya que la Virgen estuvo en los momentos más importantes de la vida del Señor y ahora le sigue ayudando para engendrar hijos para el Cielo. Las mujeres deben tomar conciencia del papel tan importante que tienen en el mundo y en la sociedad, porque ellas están hechas para amar. Por ellas los hombres se hacen conquistadores, héroes y santos; pero también por ellas, los hombres pueden hacerse ladrones, asesinos y réprobos.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Mañana...


Mañana, mañana...
Muchos esperan al último momento de sus vidas para arreglar su conciencia con Dios. Ponen en peligro su salvación eterna, dejando para el último momento de su existencia la confesión con el sacerdote.
Pero esto es un grave error y una gran imprudencia, porque, primero: no sabemos si tendremos tiempo y modo de confesarnos antes de que nos llegue la muerte; y, segundo: si no estamos acostumbrados a confesarnos, es muy difícil hacer bien la confesión en el momento terminal de nuestra vida, en que tenemos tantos temores y cuando el demonio pone todo su esfuerzo para llevarnos a su Infierno, desatando sobre nosotros su última tentativa, la última batalla para arrebatarnos el alma.
Es verdaderamente de locos dejar la confesión para mañana, para después, para el último día, porque no sabemos si podemos contar con ese “mañana”, ya que con lo único seguro que contamos es con el “ahora”, con el “hoy”.
Esta es una astucia de Satanás, que nos hace aplazar hasta último momento la reconciliación con Dios, porque sabe que de esa forma él tiene una gran oportunidad de llevarnos a la perdición eterna.
Meditemos hoy profundamente cómo está nuestra alma, y si descubrimos que vivimos en pecado mortal, hagamos un acto de sincero arrepentimiento y vayamos a confesarnos HOY MISMO con un sacerdote, porque no sabemos si mañana veremos la luz del día.

martes, 22 de agosto de 2017

1985 - Guilherme Arantes - Cheia de charme

Tácticas...

Tácticas del demonio.

El demonio utiliza distintas tácticas según sea el alma a la que va dirigida su tentación y sugestión. Con las almas pecadoras y sumergidas en los pecados, su trabajo es casi nulo, pues la misma alma trabaja por sí sola para su perdición, y el diablo simplemente la induce y tienta a cometer cada vez más graves pecados, pero generalmente la deja tranquila, pues sabe que ese tipo de almas ya van por el camino del Infierno.
Sin embargo con las almas que son un poco más piadosas, e incluso con las almas que quieren realmente llegar a la perfección, a la santidad, el diablo se disfraza de ángel de luz, y utiliza toda su astucia e inteligencia corrompida en disimular sus intereses homicidas.
Es así como notamos que en las almas buenas, el demonio quiere desordenarlas, al menos que, si no puede hacerlas caer en faltas más o menos graves, por lo menos se interesa vivamente en que las almas pierdan la paz y se desordenen.
Efectivamente el diablo es desorden, es el primer Desordenado, y no puede actuar distinto a su naturaleza, y lleva desorden a todas partes. Por eso quien está un poco atento, descubre fácilmente sus argucias, ya que todo lo que deja paz en el alma, viene de Dios; en cambio lo que perturba e inquieta, no viene sino del Maligno.
San Ignacio de Loyola nos da una ayuda para no caer en un tipo de trampa que tiende el demonio a las almas piadosas, y es hacer lo contrario a que el demonio nos sugiere. Es decir, a veces el diablo propone extremos, o hacer mucha más penitencia de la que estamos haciendo, y entonces es el momento de actuar en contra, es decir, hacer menos penitencia, o al menos continuar con la que hacemos habitualmente.
Lo importante para Satanás es desordenarnos, porque como bien dice el dicho popular: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Y el demonio quiere desestabilizarnos, desordenarnos, para “pescar” en las aguas turbulentas de nuestras almas.
Estemos en guardia, porque tenemos un enemigo formidable que nos acecha y anda como león rugiente a nuestro alrededor tratando de devorarnos.
Y lo más peligroso es dudar de la existencia de los demonios, dudar de que son un número sin número y que casi continuamente atentan contra nuestras almas, pero también contra nuestras vidas materiales, pues causan accidentes y desgracias, de modo que si nuestros ángeles custodios no nos defendieran continuamente, no podríamos salir bien parados de estas emboscadas.
La paz es signo de que algo viene de Dios. La inquietud, en cambio, es señal de que algo no viene de Dios, sino del Maligno. Tengamos esto siempre bien presente para distinguir las mociones de los diversos espíritus que se alternan en nosotros.
Y no nos extrañemos que en un momento estemos movidos por el espíritu bueno, y al siguiente momento por el espíritu malo; pues un ejemplo claro de que eso puede suceder, y sucede a menudo, es cuando Pedro hizo su confesión de fe en Jesucristo, y al momento siguiente trató de disuadir a Jesús de la Cruz, con lo que consiguió que el Señor le llamara “Satanás”. Pensemos en ello, porque a nosotros también nos puede pasar.

lunes, 21 de agosto de 2017

Mandamientos...

Yo no mato ni robo.

Algunos dicen, para justificarse: “Yo no mato ni robo”, creyendo que con eso ya cumplen los mandamientos.
Pero a estos tales hay que recordarles que los mandamientos de la Ley de Dios son Diez y no dos. Recordémoslos:
1) Amar a Dios sobre todas las cosas
2) No tomar su santo Nombre en vano
3) Santificar las fiestas
4) Honrar al padre y a la madre
5) No matar
6) No cometer actos impuros
7) No hurtar
8) No levantar falso testimonio ni mentir
9) No desear la mujer del prójimo
10) No codiciar los bienes ajenos.
El que no cumple uno solo de estos mandamientos, ya no está en la verdad y si los desobedece en materia grave, entonces comete un pecado mortal y no puede ir al Cielo sino que le espera el Infierno eterno.
Los que dicen “Yo no mato ni robo”, tal vez nunca se han puesto a pensar que no matan con armas, pero sí muchas veces con la lengua, y eso también es matar; y que no roban un banco, pero sí que hacen trampas en los precios de lo que venden y en los negocios con terceros, y esto también es robar.
Así que no busquemos excusas, porque las excusas que sirven aquí en la tierra para engañarnos y engañar a los demás, no sirven ante Dios, que ve en lo profundo de nuestro ser y conoce realmente cuáles son nuestras intenciones.