martes, 2 de enero de 2018

Kansas - Dust in the Wind (Official Video)

Mensajes...

Mensaje sobre la oración

Mensajes de María al Padre Gobbi, sobre el poder de la oración.
13-05-1982: "Si no se consigue aún resolver los más graves problemas para la Iglesia y para el mundo, a pesar de todos los medios humanos puestos en práctica, es señal de que debéis poner ya ahora toda vuestra confianza en la fuerza de la oración".
27-10-1988: "Orad siempre; orad más; orad con el Santo Rosario.
Con la oración podéis alcanzar todo del Señor.
Con la oración hecha Conmigo, vuestra Madre Celeste, podéis obtener el gran don del cambio de los corazones y de la conversión.
Cada día, con la oración, podéis alejar de vosotros y de vuestra Patria muchos peligros y muchos males".
Comentario:
Ya no hay tiempo para encuentros y proyectos, sino que estos son tiempos de emergencia, en que hay que empuñar las armas de la oración, porque con la oración podemos obtener todo de Dios, podemos aplazar los castigos tantas veces decretados por el Señor, y podemos hacer florecer sobre el mundo el tiempo de la Misericordia.
No perdamos tiempo en frivolidades y pasatiempos inútiles, sino tomemos el Rosario en nuestras manos y comencemos a rezar más, porque de nuestra oración depende no sólo nuestro destino temporal y eterno, sino también el destino de muchísimas almas.
Ya la Virgen en Fátima dijo a los pastorcitos que muchas almas iban al Infierno porque no había nadie que se sacrificara y rezara por ellas. Entonces es tiempo de tomarnos en serio este lamento de la Virgen, y comenzar una vida seria de oración y penitencia.
Hagamos oración con lo que más nos mueva. Si nos cansamos de rezar el Rosario, recemos la Coronilla de la Misericordia, o el Vía Crucis, u otras oraciones que más nos gusten y nos sean más fáciles, o simplemente hablemos con Dios y con la Virgen, diciéndoles que los amamos, o repitamos una y mil veces el acto de amor: JESÚS, MARÍA OS AMO, SALVAD LAS ALMAS, por el que Jesús ha prometido que cada vez que se dice, se salva el alma de un pecador y se repara por mil blasfemias.
Dios nos da muchos medios para rezar. Si no empleamos ninguno, entonces es señal de que estamos atrapados por el Maligno, que si no nos tiene del todo atrapados, muy pronto nos tendrá, porque quien no reza algo, antes o después terminará en manos de Satanás.

lunes, 1 de enero de 2018

Libro...

El libro de tu vida

librosHoy cierras un volumen más del libro de tu vida, pues acaba el año. Cuando comenzaste este libro todo era tuyo, te lo puso Dios en las manos, podías hacer de él lo que quisieras: un poema, una pesadilla, una blasfemia, un sistema, una oración... Podías... Hoy ya no puedes; no es tuyo, ya lo has escrito, ahora es de Dios. Te lo va a leer Dios el mismo día en que mueras con todos sus detalles. Ya no puedes corregirlo. Ha pasado al dominio de la eternidad.
Piensa por unos momentos en esta última noche del año. Toma tu viejo libro y hojéalo despacio, deja pasar sus páginas por tus manos y por tu conciencia. Ten el gusto de verte a ti mismo. Lee todo. Repite aquellas páginas de tu vida en las que pusiste tu mejor estilo.
No te olvides de que uno de tus mejores maestros eres tú mismo. Lee también aquellas páginas que quisieras no haber escrito nunca. No, no intentes arrancarlas. Es inútil, ten valor para leerlas. Son tuyas, no puedes arrancarlas; pero puedes anularlas cuando escribas tu siguiente libro. Si lo haces, Dios pasará éstas de corrido cuando lea tu próximo libro en el último día.
Lee tu libro viejo en la última noche del año. Hay en él trozos de ti mismo, es un drama apasionado en el que el primer personaje eres tú. Tú en la escena con Dios, con tu familia, con tu trabajo, con la sociedad. Tú lo has escrito con el instrumento asombroso de tu libre albedrío sobre la superficie inmensa y movediza del mundo. Es un libro misterioso que en su mayor parte, la más interesante, no pueden leerlo más que Dios y tú.
Si tienes ganas de besarlo, bésalo; si quieres llorar, llora; llora fuerte sobre tu libro viejo en esta última noche del año. Pero sobre todo, reza sobre tu libro viejo. Tómalo entre tus manos, levántalo hacia el cielo y dile a Dios solo dos cosas: ¡Gracias! y ¡Perdón!... Después dáselo a Cristo.
No importa cómo esté, aunque tenga páginas negras. Cristo sabe perdonar. Esta noche te ha de dar Dios otro libro completamente blanco y nuevo. Es todo tuyo. Vas a poder escribir en él lo que quieras.
Pon el nombre de Dios en la primera página. Después dile que no te deje escribirlo solo. Dile que te lleve siempre de la mano... y del corazón...

domingo, 31 de diciembre de 2017

Amor...

Amar a todos.

El Señor nos ha enseñado en su Evangelio que debemos amar a todos, comenzando por Dios, a quien debemos amar con todo nuestro ser y por encima de todas las cosas, y también amar a todo hombre en Dios.
Toda nuestra vida será una lucha entre el amar y el odiar, pues efectivamente, según vaya pasando el tiempo, nos vamos desencantando con los hombres, y no pocas veces, por el mal que recibimos, nuestra primera reacción es el odio. Y eso es justamente un triunfo para el Maligno, pues lo que el diablo quiere es que odiemos, que no amemos, y por eso siembra el mundo de lágrimas, pleitos, desgracias y males.
Nuestra perseverancia en amar y en no odiar, es lo que nos hará santos, al igual que el Santo de los santos, Jesucristo, que amó y perdonó incluso a sus enemigos y a quienes le daban muerte.
Debemos amar a todos, ya que amar es desear el bien, y nunca el mal.
Todos los esfuerzos del Infierno van dedicados a que, antes o después, odiemos en nuestra vida. Y si llegamos a odiar, entonces ese es un triunfo para el Mal.
En cambio, si aprendemos a perdonar, si vencemos el espíritu de odio y discordia que aflora en nosotros cuando somos ofendidos, con la ayuda de la gracia ciertamente, entonces ahí es donde hemos vencido, Dios ha vencido en nosotros, y el premio es muy grande.
Nunca odiemos. Nunca deseemos el mal a ninguno, porque al odiar, los primeros que nos hacemos daño somos nosotros mismos, excluyéndonos del Paraíso y de la comunión con Dios. Y si el odio es a muerte, entonces perdemos la gracia santificante, perdemos a Dios y el Cielo, y nos espera el infierno para siempre, que es reino de odio sin fin.
Es cierto que ante algunas actitudes de nuestros prójimos, nos surge casi instintivamente el deseo de venganza, o el hacer justicia y llegar a odiar. Pero no somos sólo humanos, sino que Dios nos ha conquistado y nos ha proveído de una fuerza muy grande que es la gracia, que es el Espíritu Santo, que nos ayuda a superar todo rencor y venganza.
No dejemos que el odio se anide en nosotros. Echémoslo por la ventana de nuestra alma, y ni siquiera demos lugar a la justa ira, porque si bien nuestra ira puede ser justa, quizás sea el puntapié inicial para hacernos iracundos y llenos de odio con nuestros hermanos.
Dios es Amor. Satanás es Odio. Si amamos, estamos con Dios y tendemos a Él. Si odiamos, estamos con el demonio, que nos tiene atrapados, y somos como demonios.
Toda la historia de la vida humana y de la Humanidad entera es este tire y afloje entre el amor y el odio.
No odiemos a nadie y por ningún motivo, y pidamos la ayuda a Dios para que nos enseñe a amar y a perdonar.

sábado, 30 de diciembre de 2017

ADAMO - LA NOCHE - EN ESPAÑOL

ADAMO Tu Nombre

El tiempo...

Aprovechar el tiempo

Si en el más allá estamos en el Cielo, no nos lamentaremos de nada. Pero si de algo pudiéramos lamentarnos, sería del tiempo perdido en la tierra, que si lo hubiéramos empleado mejor, tendríamos un mayor grado de gloria para siempre. Pero en el Cielo uno ya es completamente feliz y no puede desear nada más.
Si vamos al Purgatorio, entonces ¡cuánto desearíamos haber empleado mejor el tiempo, para reparar y expiar por los pecados cometidos, para no tener ahora que sufrir tanto en ese lugar de expiación que es el Purgatorio!
Pero si por desgracia vamos al Infierno, será tremenda la desesperación de pensar en el tiempo perdido en la tierra, gastado inútilmente en frivolidades y pecados, y ahora quisiéramos tener aunque más no sea un solo minuto, pero ya no se nos concederá jamás.
¡Qué tremendo es desaprovechar el tiempo de vida que tenemos sobre esta tierra, pues es el tiempo de Misericordia, es el tiempo propicio para hacer las cosas bien, realizar buenas obras, rezar, y cumplir los mandamientos, para luego merecer el Cielo eternamente!
¡Qué lástima que derrochemos el tiempo que tenemos de vida, en cosas vanas o hasta en pecados! Porque llegará el momento de nuestra muerte, y se terminará nuestro tiempo, el tiempo que Dios nos concedió para ser buenos, para que con él conquistáramos el Paraíso.
Pensemos cómo hemos aprovechado este año que está para terminar, y hagamos el propósito de que si Dios nos concede otro año más, lo emplearemos en santificarnos, haciendo buenas obras, recibiendo más frecuentemente los sacramentos, en especial la Eucaristía, y rezando mucho, puesto que esta vida terrena es preparación para la Vida con mayúscula.
No derrochemos escandalosamente el tiempo de vida que Dios nos concede, porque quizás llegará el día en que nos arrepintamos mucho de haberlo empleado mal, y ojalá no sea ya demasiado tarde para remediar ese error.