domingo, 21 de enero de 2018

Tolerancia...

Tolerancia

ToleranciaLos que me han hecho sufrir, tal vez no sean tan malos.

Los que no son de mis ideas, tal vez no sean intratables.

Los que no hacen las cosas como yo, tal vez no sean unos locos.

Los que discurren de otro modo, tal vez no sean unos ignorantes.

Los que son más viejos que yo, tal vez no sean unos atrasados.

Los que son más jóvenes que yo, tal vez hay que dejarles que se equivoquen para que adquieran experiencia.

Los que tienen más éxito, tal vez se lo hayan merecido.

Los que me contradicen, tal vez me abren los ojos.

Los que tienen más dinero que yo, tal vez sean muy honrados.

Los que me han dicho una palabra amable, tal vez lo hayan hecho con sentimiento y desinterés.

Los que me han hecho un favor, tal vez lo ha hecho de mil amores.

Los que "pasan" de lo que a mí me importa, tal vez me ayudan a buscar lo verdaderamente importante.

Los que no van en mi misma dirección, tal vez me buscan lo mismo por otro camino.

Los que no me lo ponen fácil, tal vez me obligan a renovar el esfuerzo y la ilusión, día a día.

sábado, 20 de enero de 2018

Precio...

¡CUÁNTO VALES!

Alfredo, con el rostro abatido de pesar, se reúne con su amiga Marisa en un restaurante para tomar un café. Deprimido, descargó en ella sus angustias... que si el trabajo, la crisis actual, la escasez de dinero, la relación con su pareja, su vocación... todo parecía ir mal en su vida.

Marisa introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 100 euros y le dijo: -"Alfredo, ¿quieres este billete?"

Alfredo, un poco confundido al principio, le dijo: -"Claro Marisa... son 100 euros, ¿quién no los querría?" Entonces Marisa tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bollo.

Mostrando la estrujada pelotita verde a Alfredo, volvió a preguntarle: -"¿Y ahora lo quieres igual?"

-"Marisa, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 euros. Claro que los tomaré si me lo entregas."

Entonces Marisa desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado. -"¿Lo sigues queriendo?"

-"Mira Marisa, sigo sin entender qué pretendes, pero ese es un billete de 100 euros y mientras no lo rompas, conserva su valor..."

-"Entonces Alfredo, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, SIGUES siendo tan valioso como siempre lo hayas sido... Lo que debes preguntarte es CUÁNTO VALES en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado".

Alfredo se quedó mirando a Marisa sin atinar con palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. Marisa puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó: -"Toma, guárdalo para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal... Pero me debes un billete nuevo de 100 euros para poder usarlo con el próximo amigo que lo necesite!" Le dio un beso en la mejilla a Alfredo -quien aún no había pronunciado palabra- y levantándose de su silla se alejó rumbo a la puerta.

Alfredo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó en su billetera y dotado de una renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta.

viernes, 19 de enero de 2018

Caídas...

Algunas caídas.

No estamos en el Cielo sino en la tierra, y como mortales que somos, es lógico que tengamos algunas caídas, pecados que cometemos de vez en cuando o muy seguido.
Pero a no desanimarnos pues el Señor no ha venido para los justos sino para los pecadores, para nosotros; y debemos recordar que si bien no hay que pecar jamás, también es cierto que las caídas que solemos tener nos ayudan a mantenernos humildes, a darnos cuenta de que somos de barro y débiles.
Es justamente en la debilidad donde debe triunfar la fortaleza de Dios, y nunca debemos quedarnos caídos, sino levantarnos pidiendo perdón a Dios con un acto de sincera contrición con el firme propósito de confesarnos cuanto antes con un sacerdote.
Entonces, si hacemos así, nada nos detendrá en el camino del bien, porque hasta las mismas caídas nos servirán para tomar impulso y ser mejores en adelante, al menos seremos más humildes, y nos tendremos por pecadores y no estaremos ensoberbecidos de creernos justos.
No hay que pecar jamás. Pero si caemos en pecado, esto nos debe servir para ascender, reconociendo que somos nada y que es propio de nuestra naturaleza el pecar, y de Dios el perdonar.
¡Cuánto aprecia Dios un acto de humildad del pecador que se arrepiente! ¿No ha dicho el Señor acaso en su Evangelio que en el Cielo hay más alegría por un solo pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse?
Pues bien, después de haber pecado no cometamos el error funesto de alejarnos de Dios, sino corramos a Él, con lágrimas en el corazón pidiéndole que tenga compasión de nosotros, de nuestra debilidad. Y seguramente Dios nos abrirá las puertas de su Misericordia y habrá gran fiesta en el Cielo por un pecador que vuelve al camino de la gracia.

jueves, 18 de enero de 2018

Evangelio del día...

Evangelio del día.

jueves 18/ENE/18.
Mc 3, 7-12.
La barca.
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”. Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Reflexión:
Jesús mandó a sus discípulos que le prepararan una barca. Esta barca es figura de la Iglesia Católica, desde donde hoy Jesús enseña y cura a todas las gentes. La Iglesia Católica nunca desaparecerá porque es la Esposa de Cristo, y si bien deberá pasar horas de horror y persecución semejantes a las que pasó su Esposo, Cristo, también es cierto que hay una solemne promesa del Señor de que las puertas del Infierno no podrán vencerla. ¿Y estamos lejos de esos tiempos difíciles? Pues no, porque ya la Virgen y el Señor lo han anunciado en numerosos mensajes y apariciones, y nos avisan que debemos prepararnos porque los tiempos de persecución están cada vez más cerca. Basta mirar cómo está el mundo, cómo en el mundo cada vez se persigue más a Cristo y a los buenos cristianos, incluso dentro de la misma Iglesia. No tengamos miedo, porque todo entra en un designio de la Divina Providencia, que quiere que completemos lo que falta a la Pasión de Cristo.
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de prepararnos sin miedo y con mucha oración y penitencia a los tiempos difíciles que ya están a las puertas.
Jesús, María, os amo, salvad las almas.

lunes, 15 de enero de 2018

Agradecimiento...

Gracias, Señor

Gracias, Señor Un alma recién llegada al cielo se encontró con un ángel. El ángel llevó al alma a un recorrido por el cielo.
Ambos caminaron paso a paso por unos grandes talleres llenos con otros ángeles. El ángel se detuvo frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo".
Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas. "El alma miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.
Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y el ángel le dijo: "Esta es la sección de empaquetado y entrega".
Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empaquetadas y enviadas a las personas que las solicitaron. El alma vio cuán ocupada estaba. Había tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empaquetadas y enviadas a la tierra.
Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, el ángel se detuvo en la última sección. Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso haciendo muy poca cosa. "Esta es la sección del agradecimiento"  dijo el ángel al alma. "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" - preguntó el alma.
"Esto es lo peor"- contestó el ángel. Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento.
¿Cómo agradece uno las bendiciones de Dios?
"Muy sencillo", contestó el ángel, "Sólo tienes que decir, Gracias Señor".
Gracias Señor, por darme el regalo más grande; por enviar a tu hijo unigénito a morir por mis pecados y darme la salvación, la vida eterna por medio de Jesús.

domingo, 14 de enero de 2018

Miguel Mateos - Perdiendo El Control (Videoclip)

Eternidad...

Pensar en la eternidad.

Pensar en la eternidad es lo que ha hecho que muchos hombres y mujeres se retiraran a los desiertos a orar y hacer penitencia. Y si bien nosotros quizás no estemos llamados a esta vocación, nos vendrá muy bien pensar y meditar en la eternidad.
Porque esta vida terrena no lo es todo, sino que después de nuestra muerte comienza realmente lo que permanecerá para siempre, por los siglos de los siglos, mientras Dios sea Dios.
¡Y qué felicidad si alcanzamos el Paraíso! ¿Cuándo acabará? Nunca. ¿Cuánto durará? Siempre. Estas dos palabras: “nunca” y “siempre” tienen un significado que da vértigo al pensar que en el más allá, en la eternidad adquieren su valor.
Por eso es que Dios permite males en este mundo, y vemos desgracias y personas que sufren y que tienen hambre. Pues ¿qué importa una vida de padecimientos si al final, después de esta corta o larga vida, vendrá la dicha sin fin?
Y en cambio ¿para qué sirve una vida felizmente vivida, pero sin salud de alma, sin la gracia santificante, de modo que luego de nuestra muerte nos esperara una eternidad de horror en el infierno?
Ya lo ha dicho el Señor en el Evangelio que de nada le sirve al hombre ganar el mundo entero si al final termina condenado para toda la eternidad.
Pero también debemos saber que si Dios permite el mal y que haya miseria y hambre, es para darnos una oportunidad a nosotros de ser misericordiosos y socorrer a los hermanos. Porque Dios nos pedirá cuenta del bien no realizado, ya que Dios permite que haya dolor para que nosotros ejerzamos la misericordia y hagamos el bien y nos santifiquemos. ¡Ay de nosotros si somos duros e indiferentes ante el dolor de los demás!
Pensemos frecuentemente en esta palabra: “eternidad”, y a la luz de ella veamos todas las cosas de este mundo, que es pasajero y que debemos vivirlo de tal modo que nuestra eternidad sea de luz y felicidad sin fin, y no de horror y sufrimiento sin límites.