sábado, 8 de septiembre de 2018

Juzgar...

Formación católica

No juzgar.
El Señor nos ha mandado en el Evangelio a que no juzguemos a nadie, puesto que no sabemos por qué, determinada persona, actúa de una forma o de otra, ya que el corazón lo conoce sólo Dios.
¡Cuántos que parecían tan santos en la tierra, ahora están ardiendo en el Infierno! ¡Y cuántos otros que fueron tratados como pecadores, ahora gozan del Paraíso!
Éste es un secreto que el Señor nos quiso revelar: “No juzguéis para no ser juzgados”.
Tenemos que saber aprovechar este secreto, que si bien no es secreto, no lo aprovechamos puesto que no lo cumplimos.
Pensemos un poco. Si no juzgamos al prójimo, entonces Dios no nos juzgará tampoco a nosotros. ¿Hay algo más consolador que esta verdad, nosotros que le tememos tanto al juicio particular y al Juicio Final?
Nosotros mirémonos a nosotros mismos y con nosotros seamos jueces severos. Pero para los demás tengamos toda la indulgencia y hagamos la “vista gorda”, miremos para otro lado, compadezcamos, sabiendo que si nosotros no caemos en esos pecados o maldades, es simplemente porque Dios nos sostiene, que si nos dejara de su mano, caeríamos en pecados peores que esos.
 

viernes, 7 de septiembre de 2018

Angeles...

Rayos de Fe

Los ángeles.
Dios creó un número inmenso de ángeles, que son espíritus puros que tienen inteligencia y voluntad.
Dios ha hecho todo bueno, pues de sus manos nunca puede salir nada imperfecto ni malo. Pero una parte de los ángeles se rebelaron y, capitaneados por Lucifer, quisieron ser superiores a Dios, y así se convirtieron en demonios horribles.
Tanto los ángeles buenos y fieles a Dios, como los ángeles malos o demonios, tienen poder sobre la naturaleza humana. Por eso tenemos que invocar frecuentemente la ayuda de los ángeles buenos, y tomar las armas espirituales para defendernos de los ángeles malos, de los demonios.
Los hombres estamos inmersos en una lucha que nos supera inmensamente. Cielo e infierno están enfrentados, y nosotros estamos en medio e implicados en esta lucha sempiterna. También cada uno de nosotros debe contribuir a uno de los dos bandos. Cuando hacemos el bien y vivimos en gracia de Dios, estamos contribuyendo al ejército de Dios; cuando hacemos el mal y cometemos el pecado, nos pasamos al bando de Lucifer, de Satanás, y traicionamos a Dios.
Por eso nuestra verdadera lucha no es contra seres de carne y sangre, sino contra los demonios y contra el pecado, porque el verdadero enemigo nuestro es el pecado, que nos mata el alma y nos entrega en manos del Maligno enemigo.
Digamos, entonces, como decían los santos: “Morir, antes que pecar”, y tratemos de cumplirlo, porque si decimos que servimos a Dios pero vivimos en pecado mortal, entonces no estamos sirviendo a Dios, sino al diablo. Ya lo dice Jesús en el Evangelio: “El que no recoge conmigo, desparrama”.
Entonces, a partir de hoy, tengamos una mirada llena de fe, sabiendo que no estamos solos en este mundo, sino que hay espíritus, buenos y malos, que nos rodean. Unos quieren nuestra salvación y luchan a nuestro lado, especialmente el Ángel Custodio que cada hombre tiene como compañía y defensa; y los otros, los espíritus malos o demonios, buscan nuestro mal y nos odian infinitamente. Entonces estemos atentos y miremos este mundo con los ojos de la fe, porque la mejor arma y táctica de los demonios es justamente hacer creer que ellos no existen, y que la cosa no es para tanto. Así que ¡atención, vigilancia y oración!

jueves, 6 de septiembre de 2018

Sandro - Extraños en la Noche

Signo...

La paz, signo de Dios.

La paz es signo de Dios, porque cuando un corazón está en paz, es señal de que está con Dios.
En cambio cuando hay inquietud, signo es de influencia diabólica.
Es necesario que busquemos la paz y que la conservemos, porque el demonio, cuando no puede hacernos caer en pecado, al menos intenta quitarnos la paz, porque sabe que un alma sin paz, es proclive a cometer pecados y a desesperarse.
Busquemos estar en paz con Dios, haciendo una sincera y completa confesión sacramental con un sacerdote, y quitemos de nuestra mente e imaginación todo lo que nos lleva a perder la paz.
La paz viene al alma a través del cumplimiento de los Mandamientos de Dios, ya que un alma que vive en pecado no puede tener paz verdadera.
Si vivimos en gracia de Dios entonces no nos inquietemos por nada, sino vivamos alegres y confiados en que Dios nos protege a nosotros y a quienes amamos.
Pase lo que pase, no perdamos la paz. Y esto lo lograremos si estamos firmemente anclados en Dios, que no cambia y que no puede cambiar, y así viviremos tranquilos en esta vida.
Controlemos nuestra imaginación que, como dicen los santos, es “la loca de la casa”, pues efectivamente si no ponemos a raya nuestra imaginación, muy pronto estaremos divagando sobre cosas que nos pueden inquietar, haciéndonos problemas por lo que pudiera ocurrir y que quizás jamás ocurra. Por eso vigilemos nuestra imaginación y vivamos el momento presente, sin inquietarnos ni por el pasado –que está en la misericordia de Dios-, ni por el futuro –que está en la Providencia divina.
Si hacemos así, entonces conservaremos y aumentaremos en nosotros la paz, que es el don de Dios, pues Cristo es el Príncipe de la Paz, y la da a sus amigos.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Marioneta...

La marioneta de trapo

PinochoSi por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de vosotros, los hombres...
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad esta en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de vosotros, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo..."

martes, 4 de septiembre de 2018

Carta...

Carta I de San Pablo a los Corintios 2,10b-16.


Hermanos:
El Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios.
¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado.
Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu.
El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu.
El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie.
Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor, para poder enseñarle? Pero nosotros tenemos el pensamiento de Cristo.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Católicos...

Diario vivir

Católicos de verdad.
Católicos de verdad son los católicos que viven en gracia de Dios, siguen las enseñanzas del Magisterio, cumplen sus deberes de estado, cumplen los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Jesús en el Evangelio.
Si falta alguna de estas cosas, entonces no estamos siendo católicos de verdad, sino solo de nombre.
No creamos que nos salvamos porque venimos de familia de tradición católica, o porque tenemos un pariente que es sacerdote u obispo, sino que nos salvamos por nuestras obras.
Cada uno tiene que vivir su catolicismo porque seremos juzgados por lo que hemos hecho nosotros y no el vecino o pariente.
Parecen cosas sabidas pero es bueno recordarlas porque hoy hay muchos “católicos” que no están de acuerdo con el Magisterio; y otros “católicos” que están a favor del aborto o de las uniones homosexuales, y así cosas por el estilo, y esto confunde a los fieles, porque incluso hay grandes teólogos y hasta cardenales y obispos que siguen esta corriente “católica”.
Atención con esto porque los enemigos están adentro y tratan de demoler a la Iglesia desde el interior. Por los frutos se conocen.
No los sigamos y volvamos a las fuentes de la Verdad, volvamos al Evangelio y a leer y estudiar a los Padres de la Iglesia, a los Santos y las enseñanzas de los Papas, porque estamos en un tiempo de grandes confusiones y podemos perder el rumbo.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.