sábado, 26 de enero de 2013

Frases...


Frases que edifican

1. Dios no elige personas capacitadas;
         Él capacita a los elegidos.

2. Uno con Dios es mayoría.

3. Mirándote a ti mismo te desanimas;
mirando a los hombres te ensoberbeces;
mirando a Jesús te redimes.

4. Vale mucho más una puerta que Dios
     te cerró que la abierta por el diablo.

5. Nunca pongas un signo de interrogación,
     donde Dios ya puso punto final.

6. No le cuentes a tu Dios cuán grande es tu problema;
     más bien cuéntale a tu problema cuán grande es tu Dios.

7. Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos escuche,
     sino hasta que podamos oír a Dios.

8. Dios no puede hablar quedamente con personas apuradas.

9. Con Jesús, jamás una desgracia será la última noticia.

10. Moisés gastó: 40 años pensando que era alguien,
     40 años aprendiendo que no era nadie y 40 años
     descubriendo lo que Dios puede hacer con un NADIE.

11. Sólo tendré todo de Dios, cuando Él tenga todo de mí.

12. Sé que apenas soy un detalle, pero con Jesús,
       hago la diferencia.

13. La fe se ríe de las imposibilidades.

14. Hay personas que se salvan leyendo un folleto solamente,
       mientras otras se perderán conociendo la Biblia entera.

15. Nada está fuera del alcance de la oración, excepto lo que está
       fuera de la voluntad de Dios.

16. La tristeza mira hacia atrás; la preocupación mira alrededor;
       la fe mira hacia arriba.

17. El tiempo es por lejos más valioso que el dinero:
       no hay manera de hacer trueque con él.

18. No temas la presión; recuerda que ella transforma
       el carbón en diamante.

19. La grandeza del hombre se mide por la forma
       en que trata a los pequeños.

20. Perdonar es la mejor manera de pedir perdón a Dios. 


viernes, 25 de enero de 2013

San Pablo...


† Santoral               


La Conversión de San Pablo

La Sagrada Biblia, en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles, narra así La Conversión de San Pablo:La Conversión
        de San Pablo
"Saulo, respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de recomendación para las sinagogas de los judíos de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores de Cristo, los pudiera llevar presos y encadenados a Jerusalén.
Y sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?". El respondió: ¿Quién eres tú Señor? Y oyó que le decían: "Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero ahora levántate; entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tendrás que hacer".
Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin comer y sin beber.
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: ¡Ananías! El respondió: "Aquí estoy Señor" y el Señor le dijo: "Levántate. Vete a la calle Recta y pregunta en la casa de Judas por uno de Tarso que se llama Saulo; mira: él está en oración y está viendo que un hombre llamado Ananías entra y le coloca las manos sobre la cabeza y le devuelve la vista.
Respondió Ananías y dijo: "Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los males que ha causado a tus seguidores en Jerusalén, y que ha venido aquí con poderes de los Sumos Sacerdotes para llevar presos a todos los que creen en tu nombre".
El Señor le respondió: "Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre".
Fue Ananías. Entró en la casa. Le colocó sus manos sobre la cabeza y le dijo: "Hermano Saulo: me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías. Y me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo". Al instante se le cayeron de los ojos unas como escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y enseguida se puso a predicar en favor de Jesús, en las sinagogas o casas de oración, y decía que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo escuchaban quedaban admirados y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía tan violentamente a los que invocaban el nombre de Jesús? Y ¿No lo habían enviado los Sumos Sacerdotes con cartas de recomendación para que se llevara presos y encadenados a los que siguen esa religión? "Pero Saulo seguía predicando y demostraba a muchos que Jesús es el Mesías, el salvador del mundo".
Saulo se cambió el nombre por el de Pablo. Y en la carta a los Gálatas dice: "Cuando Aquél que me llamó por su gracia me envió a que lo anunciara entre los que no conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro y a Santiago". Las Iglesias de Judea no me conocían pero decían: "El que antes nos perseguía, ahora anuncia la buena noticia de la fe, que antes quería destruir". Y glorificaban a Dios a causa de mí.
Apóstol San Pablo: que tu conversión sea como un ideal para todos y cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llame Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado.
Si lo que busco es agradar a la gente, no seré siervo de Cristo.

jueves, 24 de enero de 2013

Enseñanzas...


Enseñanzas del Evangelio

Tratar como queremos que nos traten.

Por tanto, todo cuanto quieran que les hagan los hombres, háganlo también ustedes a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. (Mt 7, 12). 
Enseñanza: 
Ésta es la ley de oro del Evangelio: tratar a los demás, como queremos ser tratados por ellos. ¡Qué fácil!, ¿no? Sí, es muy fácil, pero a veces es difícil de cumplir, porque no somos buenos y frecuentemente queremos que los demás nos traten bien, y nosotros no tratamos bien a otros.
Es tiempo de que comencemos a pensar que el cristianismo es la religión de la caridad, del amor; porque todo lo que nos manda cumplir, ya sea en los Diez Mandamientos o lo que nos aconseja la Iglesia, es para perfeccionarnos en la caridad, en el amor. Y el termómetro de nuestro amor a Dios, será el grado de amor que tengamos a nuestro prójimo, a todos nuestros prójimos. Porque ninguno puede amar a Dios que no ve, si no ama al prójimo que ve, y que es la imagen de Dios en la tierra.
Dios quiere que seamos buenos, y esto nos cuesta mucho porque estamos inclinados al mal. En cierta forma el demonio nos ha dejado una huella de maldad en el alma, por el pecado original, que si bien fue borrado por el bautismo, quedan sus consecuencias, lo que se llama “concupiscencia”, es decir, las malas inclinaciones. Y éstas hay que vencerlas día a día, para que seamos buenos de verdad, imitadores del Padre del Cielo, que es bueno con todos, buenos y malos, justos e injustos. También nosotros obremos así, y seremos semejantes a Dios, y Él estará contento de nosotros y nos colmará de dones y favores celestiales, y cuando sea necesario, también nos proveerá de lo material que necesitemos para cumplir bien nuestra misión en la tierra.


De la mano...


De la mano...

Creo que no existe nada más sincero que
"caminar de la mano con alguien".
En sentido amplio de la palabra,
caminar con su compañera/o, de la mano,
sea por la calle o por la vida...

Nada más lindo... también en el sentido figurado,
o sea, estar siempre listo para caminar "de la mano"
con una persona amiga, ayudándola, en el más amplio
sentido de la palabra (una ayuda moral),
oyendo un desahogo que sea...
o socorriéndola en una necesidad.

En fin... ¿puede existir algo más lindo que una pareja
de viejitos, que después de caminar por la vida entera,
lado a lado, de la mano, aun lo sigan haciendo
en un inocente paseo, en un parque o en la playa?

Es importante que aprendamos el valor
que representa el calor de las "manos juntas".

¿Existe algo más agradable que simplemente
oír un desahogo de una persona amiga?
Si hay algo a decir para ayudarla o consolarla,
hazlo, si nada puedes hacer, sólo la actitud
de oír ya valió la pena...

Y qué decir entonces, del milagro de la internet,
que nos posibilita reanudar lazos perdidos
en el tiempo, posibilitando una comunicación
con personas que ya juzgábamos irremediablemente
apartadas... sean parientes o amigos.

Así, si las personas buscaran más la unión
en las "manos dadas" (de la mano),
ciertamente el mundo sería mejor.


miércoles, 23 de enero de 2013

Vivir católico...


Vivir católico

No entibiarnos. 
A veces, gracias a Dios, no cometemos ya pecados graves, pero vamos por la vida con una gran tibieza, y esto puede ser preludio de graves caídas, si no ponemos pronto el remedio.
Efectivamente quien se va enfriando en el fervor, poco a poco dejará de rezar, si es que no lo ha dejado ya, o rezará menos, hasta que ya no rece, y entonces su caída será cada vez más rápida.
En la vida espiritual no hay puntos fijos en el trayecto, pues o se adelanta, o se retrocede, pero uno nunca queda en el mismo punto.
Pensemos cómo vamos nosotros, qué es lo que está sucediendo con nuestra vida espiritual. Y si nos damos cuenta de que estamos decayendo en el primitivo fervor, recurramos pronto a la oración, en especial al rezo del Santo Rosario, y comprobaremos cómo en poco tiempo volveremos a ser fervorosos en la vida espiritual.
También el pensamiento de la eternidad, feliz o desgraciada, nos puede hacer entrar en nosotros mismos, y volver a encontrar las fuerzas para reemprender la marcha hacia la santidad.
No nos durmamos en la vida espiritual, sino reavivemos la llama que está por apagarse o que ya se ha apagado. ¡Ay de nosotros si terminamos nuestra vida con la lámpara de nuestra alma, apagada! ¿Por qué estamos tan seguros que la muerte está lejos de nosotros? ¿Por qué no podemos morir hoy mismo, y dentro de unos momentos estar en presencia de Dios Juez?
Pensemos estas cosas y recurramos también a los Sacramentos, que el Señor ha dejado en su Iglesia, para que nos den fuerzas, ánimo, coraje y valor, para esforzarnos en salvarnos nosotros y ayudar a salvar a tantísimas almas.


De todas maneras...


De todas maneras

La gente es irrazonable, ilógica y egoísta.
Ámala de todas maneras.

Si triunfas, ganarás falsos amigos
y verdaderos enemigos.
Triunfa de todas maneras.

Si haces el bien a la gente,
te acusarán de tener motivos egoístas.
Haz el bien de todas maneras.

La honradez y la franqueza te hacen vulnerable.
Sé honrado y franco de todas maneras.

El bien que hoy hagas se olvidará mañana.
Haz el bien de todas maneras.

La gente más grande, con ideas más grandes,
puede ser aniquilada por la gente más pequeña.
Sé grande de todas maneras.

Lo que has tardado muchos años en construir,
puede desaparecer de la noche a la mañana.
Construye con ahínco de todas maneras.

Da al mundo lo mejor de ti mismo,
y recibirás a cambio un puntapié.
Da al mundo lo mejor de todas maneras.


martes, 22 de enero de 2013

Verdades...


Verdades olvidadas

Se muere una sola vez. 
Pero lo más serio del caso, señores, es que moriremos una sola vez. Lo dice la Sagrada Escritura y lo estamos viendo todos los días con nuestros ojos. Nadie muere más que una sola vez. Es cierto que ha habido alguna excepción en el mundo. Ha habido quienes han muerto dos veces. En el Evangelio, por ejemplo, tenemos tres casos, correspondientes a los tres muertos que resucitó Nuestro Señor Jesucristo. Santo Domingo de Guzmán, el glorioso fundador de la Orden a la que tengo la dicha de pertenecer, resucitó también tres muertos. San Vicente Ferrer y otros muchos Santos hicieron también este milagro estupendo. Pero estas excepciones milagrosas son tan raras, que no pueden tenerse en consideración ante la ley universal de la muerte única. Moriremos una sola vez. Y en esa muerte única se decidirán, irrevocablemente, nuestros destinos eternos. Nos lo jugamos todo a una sola carta. El que acierte esa sola vez, acertó para siempre; pero el que se equivoque esa sola vez, está perdido para toda la eternidad. Vale la pena pensarlo bien y tomar toda clase de medidas y precauciones para asegurarnos el acierto en esa única y suprema ocasión. Yo quisiera, señores, haceros reflexionar un poco en torno a la preparación para la muerte.
Podemos distinguir dos clases de preparación: una, remota, y otra, próxima.
Llamo yo preparación remota la de aquel que vive siempre en gracia de Dios. Al que tiene sus cuentas arregladas ante Dios, al que vive habitualmente en gracia, puede importarle muy poco cuáles sean las circunstancias y la hora de su muerte, porque en cualquier forma que se produzca tiene completamente asegurada la salvación eterna de su alma. Esta es la preparación remota.
Preparación próxima es la de aquel que tiene la dicha de recibir en los últimos momentos de su vida los Santos Sacramentos de la Iglesia: Penitencia, Eucaristía por Viático. Extremaunción, e, incluso, los demás auxilios espirituales: la bendición Papal, la indulgencia plenaria y la recomendación del alma. Esta es la preparación próxima.
Combinando y barajando estas dos clases de preparación podemos encontrar hasta cuatro tipos distintos de muerte: sin preparación próxima ni remota; con preparación remota, pero no próxima; con preparación próxima, pero no remota, y con las dos preparaciones.
Vamos a examinarlas una por una.