sábado, 1 de septiembre de 2018

Propósito...

Mensaje de confianza

Propósito.
Cuando San Pedro, saltando de la barca, se lanzó al encuentro del Salvador, caminó con firmeza sobre las olas. El viento soplaba con violencia. Las olas ya se levantaban en torbellinos furiosos y socavaban en el mar abismos profundos. La vorágine se abría delante del Apóstol. Pedro tembló; dudó un segundo. Y así comenzó a hundirse... “Hombre de poca Fe, le dijo Jesús, ¿por qué has dudado?”.
He ahí nuestra historia. En los momentos de fervor nos quedamos tranquilos y recogidos junto al Maestro. Viene la tempestad, el peligro absorbe nuestra atención. Desviamos entonces la mirada de Nuestro Señor para fijarla ansiosamente sobre nuestros sufrimientos y peligros. Dudamos... y luego nos hundimos.
(De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)
Comentario:
Hagamos un propósito. Cuando nos lleguen los problemas, las tentaciones y los miedos, tratemos de confiar en el Señor. Porque es fácil confiar en Dios en los momentos de bonanza y de consuelo espiritual, pero lo difícil es confiar cuando las cosas parecen que salen al revés de como las planeamos.
Simplemente cuando las cosas se compliquen, digámosle a Jesús: “Yo confío en Ti”. Digámosle a María: “Madre mía, confianza mía”; y aunque no sintamos los efectos de la confianza en nosotros y sigamos sintiendo miedo, habremos hecho un acto de confianza en Dios y en su Madre, y nos alegraremos después que pase la tormenta por ese acto valeroso que hicimos en medio de la oscuridad.
Solo una cosa es necesaria: la confianza en Dios. Si tenemos confianza en Dios, entonces lo tenemos todo. Porque pase lo que pase, nosotros estaremos anclados en esa confianza imperturbable y todopoderosa, porque está depositada en Dios, que es Todopoderoso y para quien no hay imposibles.
Si hacemos algo mal, hagamos como los niños que hacen algún lío, que confían en que su padre lo puede solucionar. Así también nosotros, cuando hagamos algo malo o muy malo, y echemos a perder lo que con tanto sacrificio estábamos construyendo, o que otros estaban construyendo, acudamos a nuestro Buen Padre Dios, que todo lo puede arreglar. Lo único que no tiene arreglo es la condenación eterna en el Infierno.

viernes, 31 de agosto de 2018

Carta...

Carta I de San Pablo a los Corintios 1,17-25.


Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia.
El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios.
Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los inteligentes.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el hombre culto? ¿Dónde el razonador sutil de este mundo? ¿Acaso Dios no ha demostrado que la sabiduría del mundo es una necedad?
En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación.
Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría,
nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos,
pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos.
Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres.

jueves, 30 de agosto de 2018

Mensaje...

Mensaje sobre el apostolado

b) LA VIDA INTERIOR REPARA LAS FUERZAS DEL APÓSTOL
Hemos dicho que únicamente el hombre santo, en medio del trajín de sus negocios, y a pesar del roce constante que tiene con el mundo, puede preservar su espíritu interior y dirigir siempre sus pensamientos e intenciones a Dios. Todo desgaste de actividad exterior está en él tan sobrenaturalizado e inflamado de amor, que, lejos de aminorar sus fuerzas, le produce un aumento de gracia. En las demás personas, aunque fervorosas, cuando se han entregado por algún tiempo a las obras, la vida sobrenatural se resiente. Su corazón, preocupado con exceso de hacer bien al prójimo o absorbido por una compasión no del todo sobrenatural hacia las miserias que demandan alivio, lanza a Dios llamaradas no muy puras, porque las oscurece el humo de numerosas imperfecciones. Dios no castiga estas flaquezas con una disminución de su gracia ni es riguroso con estos desfallecimientos, si ve serios esfuerzos de vigilancia y oración durante las obras, y que el alma, al terminar el trabajo, corre a Él para descansar y reponer sus fuerzas. Ese perpetuo volver a empezar, ocasionado por las interferencias de la vida activa y de la vida interior, alegra su corazón paternal.
Por otra parte, estas imperfecciones de los que luchan van siendo menos profundas y frecuentes, a medida que el alma sabe recurrir sin desmayos a Jesús, siempre dispuesto a decirle: Ven a mí, pobre ciervo jadeante, sediento por la fatiga del camino. Ven a encontrar en la fuente de aguas vivas el secreto de una agilidad desconocida para las carreras que te esperan. Retírate un instante del tráfago de las gentes que no pueden ofrecerte el alimento que tus fuerzas agotadas necesitan: Venite seorsum et requiescite pusillum .
En la calma y en la paz de que gozarás junto a mi has de encontrar el vigor perdido, y aprenderás también a hacer más, cansándote menos. Elías, agotado y sin esperanzas, sintió, al comer un pan misterioso, volverle las perdidas energías. Así, apóstol mío, para que puedas cumplir esa envidiable tarea de corredentor que me plugo imponerte, te ofrezco mi palabra, que es vida, y mi gracia, que es mi sangre, para orientar nuevamente tu espíritu en la dirección de los horizontes celestiales, y renovar un pacto de intimidad entre nuestros corazones. Ven; yo te consolaré de las tristezas y desengaños del viaje, y en el fuego de mi amor volverás a templar el acero de tus resoluciones: Venite ad me omnes qui laboratis et onerati estis et ego reficiam vos .
(De "El alma de todo apostolado", Dom Chautard)

miércoles, 29 de agosto de 2018

Sto Evangelio...

JA
JMJ
Pax
Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía:
"No está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano".
Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños la hija Herodías bailó durante la fiesta y su baile le gustó a mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven:
"Pídeme lo que quieras y yo te lo daré".
Y le juró varias veces:
"Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó:
"La cabeza de Juan el Bautista".
Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo:
"Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue,
lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.
Al enterarse de esto, lo discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

martes, 28 de agosto de 2018

Recibir...

Tema de hoy

Si recibimos una gracia...
Si recibimos una gracia de Dios, debemos usarla para el bien, para dar gloria a Dios y no para el mal. Hay muchos que reciben un don de Dios y lo usan para el mal, como hacen los pecadores con la buena salud que tienen, la utilizan para seguir pecando. ¡Qué locura! Creen que son eternos y que vivirán siempre así y que nunca les sobrevendrá la prueba. Y tal vez toda la vida vivan así, porque el demonio les esconde su odio y no le pone trabas a su vida, porque total en el Infierno tendrá el tiempo suficiente para poder torturarles, tendrá la eternidad. Así que por el momento los demonios les hacen la vida fácil a los pecadores y le proveen a todos sus deseos materiales y terrenos. Pero si Dios, por un acto de su Misericordia, les envía a estos pecadores alguna enfermedad o dolor para que entren en razón y se conviertan, a veces estos hombres maldicen a Dios y solo quieren recuperar la salud para seguir pecando. ¡Pobre Dios, que no sabe qué hacer con ciertas almas a las cuales ninguna medicina les hace bien para salvarles el alma!
Nosotros debemos tomar el ejemplo de Dios, que del mal saca siempre un bien, y no de Satanás, que del bien trata de sacar siempre un mal. Nosotros, con la gracia que recibimos, debemos saber aprovecharla para el bien y hacerla producir sus frutos, y saber que todo lo que permita Dios en nuestra vida es por puro amor y todo sirve para hacernos más santos, incluso hasta las penas y sufrimientos más grandes, pues como dice la Escritura: “Todo es para el bien de los que aman a Dios”.
No envidiemos al que es pecador y le va todo bien sobre la tierra, porque no sabemos cuál será su fin. Nosotros tratemos de cumplir los Diez Mandamientos y no nos quejemos por nada de lo que nos suceda, que todo es Misericordia de Dios hacia nosotros.
¡Ave María purísima! 
¡Sin pecado concebida!

lunes, 27 de agosto de 2018

Existencia...

Dios es bueno y nos ama

El Mal existe.
El Mal existe. Desde que Lucifer se rebeló y se convirtió en el Maligno, el mal existe y causa mal y sufrimientos de todas clases. Pero Dios no quiere destruir a las criaturas que ha creado, sino que las respeta y por eso no destruye al demonio ni lo destruirá jamás, y el mal que éste causa, lo sabe encauzar para sacar un bien.
Por eso siempre debe ser muy grande nuestra confianza en Dios, aún cuando ante nosotros veamos las mayores desgracias, porque sabemos que Dios no envía una prueba superior a las fuerzas de la persona, y que si envía, o más bien permite una prueba, también da la gracia para soportarla y llevar pacientemente la cruz.
Lo que tenemos que hacer nosotros es rezar, y rezar mucho, en especial el Santo Rosario, para que no nos venzan las adversidades y a pesar de todo el mal que podamos padecer, estemos siempre firmes en la fe y tengamos confianza en la bondad de Dios. Porque el demonio, como hizo con Job, y como hace con todos los hombres, trata de causar males y quiere hacer que las criaturas de Dios le echen la culpa a Dios, que lo maldigan, siendo que es el diablo el causante de todo el mal en todo tiempo que hay en todas partes.
El diablo es el acusador de nuestros hermanos, como lo llama el Apocalipsis, porque no cesa de acusarnos ante Dios. Él nos hace caer en pecado y luego nos acusa. Es detestable su proceder porque es un delincuente, el mayor asesino y terrorista de la historia, y no debemos darle el gusto de rebelarnos contra Dios, sino que debemos saber identificar que todo el mal proviene del demonio, y que de Dios sólo viene el bien.
¡Bendito sea Dios!

domingo, 26 de agosto de 2018

Lectura...

Lectura espiritual

Conversión de María, la pecadora, en la hora de la muerte
Se cuenta en la vida de sor Catalina de San Agustín que en el mismo lugar donde vivía esta sierva de Dios habitaba una mujer llamada María que en su juventud había sido una pecadora y aún de anciana continuaba obstinada en sus perversidades, de modo que, arrojada del pueblo, se vio obligada a vivir confinada en una cueva, donde murió abandonada de todos y sin los últimos sacramentos, por lo que la sepultaron en descampado.
Sor Catalina, que solía encomendar a Dios con gran devoción las almas de los que sabía que habían muerto, después de conocer la desdichada muerte de aquella pobre anciana, ni pensó en rezar por ella, teniéndola por condenada como la tenían todos.
Pasaron cuatro años, y un día se le apareció un alma en pena que le dijo:
– Sor Catalina, ¡qué desdicha la mía! Tú encomiendas a Dios las almas de los que mueren y sólo de mi alma no te has compadecido.
– ¿Quién eres tú? –le dijo la sierva de Dios.
– Yo soy –le respondió –la pobre María que murió en la cueva.
– Pero ¿te has salvado? –replicó sor Catalina.
– Sí, me he salvado por la misericordia de la Virgen María.
– Pero ¿cómo?
– Cuando me vi a las puertas de la muerte, viéndome tan llena de pecados y abandonada de todos, me volví hacia la Madre de Dios y le dije: Señora, tú eres el refugio de los abandonados; ahora yo me encuentro desamparada de todos; tú eres mi única esperanza, sólo tú me puedes ayudar, ten piedad de mí. La santa Virgen me obtuvo un acto de contrición, morí y me salvé; y ahora mi reina me ha otorgado que mis penas se abreviaran haciéndome sufrir en intensidad lo que hubiera debido purgar por muchos años; sólo necesito algunas misas para librarme del purgatorio. Te ruego las mandes celebrar que yo te prometo rezar siempre, especialmente a Dios y a María, por ti.
("Las Glorias de María" - San Alfonso María de Ligorio)