jueves, 12 de julio de 2012

Santidad...


Ser santos
Pequeñas cosas.
Hay que ser fieles en las pequeñas cosas de todos los días, y así estaremos preparados para cuando el Señor nos quiera encomendar cosas grandes. Así actuó la Virgen, que como lo narra el Evangelio en la anunciación, no sabía que Ella era la elegida de Dios para ser la Madre del Verbo. Pero ¡cuánta fidelidad en María desde pequeñita! Ella entró en el Templo desde chica, y fue fiel en todas las cosas, como una niña más, como una joven más, y siempre esa fidelidad a las cosas ordinarias de cada día, la fueron preparando para decir ese “Sí” sublime que dio al Arcángel San Gabriel, y por él a Dios.
También nosotros tenemos que tomar su ejemplo, porque Dios seguramente nos ha elegido para ser grandes en su reino, para ser santos, que es lo más grande que uno puede ser en este mundo y en el venidero. Pero para ello debemos ejercitarnos en hacer las cosas comunes de cada día, con mucho amor a Dios y al prójimo, y entonces nos iremos preparando a dar ese “sí” como lo dio María, como lo dio Jesús. Porque también Jesús se preparó a su misión grandiosa con la vida común en la casa paterna, junto a su familia, en el trabajo, en las cosas cotidianas.
Dios no busca cosas extraordinarias, sino que Él quiere manifestarse en lo ordinario. ¿No nació el Hijo de Dios en un pobre portal? ¿Y no vivió treinta años en el trabajo y en la vida común? E incluso en su vida pública, ¡qué sencillez en la actuación de Jesús, sin humillar a nadie, siempre siendo humilde en todo!
Hay una palabra en el Evangelio que siempre, pero siempre debemos tener presente. Y es esa que dice: “Quien sea fiel en lo poco, será fiel en lo mucho. Y quien es infiel en lo poco, también será infiel en lo mucho”. No podremos pretender ser fieles en las grandes misiones que Dios nos confíe, si no hemos sabido ser fieles en todo, a las pequeñas misiones de todos los días, en nuestro cumplimiento del deber.
Recordemos que las cosas bien preparadas, salen bien. En cambio lo que no se prepara bien, no sale nada bien. Preparémonos entonces con pequeñas cosas, a hacer grandes cosas cuando llegue el momento, cuando llegue la hora de Dios, nuestra hora.

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