domingo, 25 de noviembre de 2012

Mes de la Virgen María...


DÍA DIECINUEVE (25/NOV)
Del pecado
CONSIDERACIÓN. - María fue pura e inmaculada desde su Concepción y el blanco vestido de su
inocencia, no fue jamás manchado por la más pequeña falta.
¡Ay! no puede decirse lo mismo de nosotros y sin embargo, sabemos que el pecado es el más grande
de los males, que el hombre debe temer, puesto que lo separa de Dios y da muerte a su alma.
Ofendemos a Dios, violamos su ley y no pensamos en el mal tan grande que nos hacemos a nosotros
mismos.
Sin embargo, la fe nos enseña que inmediatamente después de nuestra muerte, seremos juzgados por
Dios. Nuestra conducta será puesta en vista de la ley divina, según las obligaciones impuestas a nuestro
estado. Nuestras palabras, nuestras acciones, serán pesadas rigurosamente y nuestra felicidad o desgracia
dependerá, para la eternidad, de la sentencia que será pronunciada. Ninguna potencia celeste o humana
podrá cambiarla. Este pensamiento hace temblar, que no sea pues estéril para nosotros; es tiempo aún de
volver a nuestro juez favorable; huyamos, detestemos el pecado y, como los santos, prefiramos todos los
males, porque el sufrimiento pasa, pero lo que sigue a la iniquidad, permanece eternamente.
Blanca de Castilla, que amaba tiernamente a su hijo, le decía a menudo: “Hijo, me afligiría menos
veros morir que veros caer en un solo pecado mortal”; haciéndole así, comprender que la vida del alma es
infinitamente superior a la del cuerpo.
EJEMPLO. – El emperador de Constantinopla, herético, habiendo sido irritado violentamente por
San Juan Crisóstomo, un día que éste le reprochaba sus faltas, dijo a sus cortesanos: “Quisiera vengarme
de este obispo”.
Cuatro o cinco dieron su parecer. El primero dijo: “Enviadle tan lejos, en destierro, que lo veáis
jamás”. El segundo: “Confiscadle todos sus bienes”. El tercero: “Arrojadle a una prisión, cargado de
hierros”. El cuarto: “¿No sois el amo? Hacedle perecer y libraos de él, por la muerte”. Un quinto, más
inteligente: “Vosotros todos, os equivocáis; éstos no son medios de castigarlo; si le desterrarais, el mundo
entero sería su patria; si le quitarais los bienes, le quitaríais a los pobres y no a él; si le arrojarais a un
calabozo, besaría sus hierros y se estimaría feliz; si le condenarais a muerte, le abriríais el cielo. Príncipe,
¿queréis vengaros? forzadle a cometer un pecado. Lo conozco, este hombre no teme más que al pecado en
este mundo.”
¡Pudiera decirse siempre de nosotros, que no tememos más que al pecado!
PLEGARIA DE SAN ALFONSO DE LIGORIO. - ¡Oh Virgen afligida! ¡Oh alma grande en virtud
como en dolor! ¡Oh Madre mía! ¡Tened piedad de mí, que no he amado a Dios y que le he ofendido tanto!
¡Oh María, Vos consoláis a todo el mundo, quered también pues, ser mi consuelo! Así sea.
RESOLUCIÓN. – Velaré atentamente sobre mí mismo, a fin de evitar el ofender a Dios.
JACULATORIA. – María, Madre sin mancha, rogad por nosotros


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