martes, 29 de octubre de 2013

Confesión frecuente...

Formación católica

Confesión frecuente.
No esperamos a estar tapados de barro para bañarnos. Así tampoco no debemos esperar a cometer un pecado grave o mortal para ir a confesarnos, pues aunque gracias a Dios no tengamos pecados graves, es bueno ir a confesarse al menos mensualmente, acusándose de los pecados veniales o leves, volviendo a confesar los pecados pasados, para recibir la absolución sacramental, que nos hace nuevas criaturas y nos hace cicatrizar las heridas y taras que nos han dejado los pecados ya perdonados.
Pero no sólo eso, sino que la confesión, además nos fortalece contra las tentaciones que también confesamos, porque si bien la tentación no es pecado, al confesarla y manifestarla al sacerdote, pierde su fuerza, porque ante ese acto de humildad que hacemos, el demonio suelta su presa, o al menos disminuye su violencia.
Por algo será que la Virgen en sus apariciones nos propone que vayamos a confesarnos al menos una vez al mes, pues Ella sabe muy bien que la Sangre de Cristo que se derrama sobre nosotros en cada confesión bien hecha, no sólo nos perdona todos los pecados, sino que nos fortalece contra los enemigos del alma, y nos va sanando el alma, el corazón y la mente, de modo que estamos mejor preparados para afrontar los ataques del enemigo.
¿Cuánto hace que no nos confesamos con un sacerdote? Recordemos que la Iglesia manda, bajo pena de pecado mortal, confesarse al menos una vez al año. Si ni siquiera eso cumplimos, entonces no vamos por buen camino.

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