Formación católica
Confesión frecuente.
No esperamos a estar tapados de barro para bañarnos. Así tampoco no 
debemos esperar a cometer un pecado grave o mortal para ir a confesarnos, pues 
aunque gracias a Dios no tengamos pecados graves, es bueno ir a confesarse al 
menos mensualmente, acusándose de los pecados veniales o leves, volviendo a 
confesar los pecados pasados, para recibir la absolución sacramental, que nos 
hace nuevas criaturas y nos hace cicatrizar las heridas y taras que nos han 
dejado los pecados ya perdonados.
Pero no sólo eso, sino que la confesión, además nos fortalece contra 
las tentaciones que también confesamos, porque si bien la tentación no es 
pecado, al confesarla y manifestarla al sacerdote, pierde su fuerza, porque ante 
ese acto de humildad que hacemos, el demonio suelta su presa, o al menos 
disminuye su violencia.
Por algo será que la Virgen en sus apariciones nos propone que 
vayamos a confesarnos al menos una vez al mes, pues Ella sabe muy bien que la 
Sangre de Cristo que se derrama sobre nosotros en cada confesión bien hecha, no 
sólo nos perdona todos los pecados, sino que nos fortalece contra los enemigos 
del alma, y nos va sanando el alma, el corazón y la mente, de modo que estamos 
mejor preparados para afrontar los ataques del enemigo.
¿Cuánto hace que no nos confesamos con un sacerdote? Recordemos que 
la Iglesia manda, bajo pena de pecado mortal, confesarse al menos una vez al 
año. Si ni siquiera eso cumplimos, entonces no vamos por buen 
camino.

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