lunes 7/OCT/13
Evangelio del día
Lc 1, 26-38. 
Nuestra Señora del Rosario. 
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, 
llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre 
perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era 
María. El ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de 
gracia, el Señor está contigo!”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada 
y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el ángel le dijo: “No 
temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y 
le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El 
Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob 
para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al ángel: “¿Cómo puede ser 
eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?”. El ángel le respondió: “El 
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su 
sombra. Por eso el niño será santo y será llamado Hijo de Dios. También tu 
parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada 
estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para 
Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí 
según tu palabra”. Y el ángel se alejó. 
Reflexión: 
Hoy es el día del Santo Rosario, y es 
bueno que recordemos las palabras de Sor Lucía, la vidente de Fátima, al Padre 
Agustín Fuentes: "… La Santísima Virgen nos dijo, tanto a mis primos como a mí, 
que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el 
Inmaculado Corazón de María… Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos 
tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo 
Rosario, de tal manera que ahora no hay problema por más difícil que sea: sea 
temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de 
cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias del mundo o comunidades 
religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por 
más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo 
Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a 
Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Por eso, el demonio 
hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de 
pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario. 
Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se 
condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero 
ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario 
practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los 
Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y 
hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros. El Rosario es el arma de 
combate de las batallas espirituales de los Últimos Tiempos".
Pidamos a la Santísima Virgen la gracia de 
comprender estas palabras y hacer el propósito de rezar el Rosario todos los 
días, de ser posible los veinte misterios. 
Jesús, María, os amo, salvad las 
almas.

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