Diario vivir
Imitación de Jesucristo
Nuestra vida cotidiana debe ser una imitación de Jesucristo. Porque nuestra vida de cada día debe ser agradable a Dios Padre, y será tanto más agradable a Dios Padre cuanto mayor sea nuestra semejanza con Jesús, su Hijo.
Jesús nos ha dejado una regla de oro que tenemos que practicar siempre, y es que no debemos hacer a nadie lo que no querríamos que nos hagan a nosotros, y hacer a los demás lo que sí nos gustaría que hicieran por nosotros.
Pensemos que Jesús predicó solo los tres últimos años de su vida, pero los otros treinta anteriores los pasó con su familia, en su casa, trabajando, rezando, haciendo las cosas comunes de todos los hombres, pero haciéndolas con mucho amor a Dios. Nosotros también debemos hacer otro tanto y cumplir con las acciones comunes de cada día haciéndolas con amor, pensando en Dios, en que Él nos ve y nos premiará todas las buenas obras.
Jamás dejemos entrar el odio en nuestras almas. Dios no quiere que odiemos a nadie, por malo que nos parezca, porque el odio viene del Maligno y el que muere con odio en el corazón se va al Infierno.
Perdonemos de corazón a todos, para ser perdonados por Dios y tener el alma en paz, porque un alma con resentimiento y odio, nunca estará en paz.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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