lunes, 26 de mayo de 2014

Meditar...

MEDITACIÓN DE HOY
Imperceptible. 
Debemos, pues, cometer tales defectos deliberados, porque ponen a Dios como en la necesidad de privar al hombre de las divinas ilustraciones y del socorro de su mano poderosa y de sus más suaves y regalados consuelos espirituales; de aquí nace que el alma se da a las cosas espirituales con tedio y con trabajo, por lo que empieza por abandonar la oración, la comunión, las visitas al santísimo sacramento, las novenas, y, finalmente, con toda facilidad lo dejará todo, como ha acontecido no raras veces a tantas desgraciadas almas. 
“Práctica de amor a Jesucristo” – San Alfonso María de Ligorio 
Comentario: 
Los que manejan embarcaciones saben muy bien que un imperceptible cambio de rumbo al principio de la trayectoria de la nave, desemboca en un puerto que no es el correcto, porque la insignificancia de error al principio del recorrido, se va haciendo cada vez más grande, hasta que cuando queremos reparar el error, hay que recorrer mucho camino, y a veces se hace imposible.
Así también sucede con la tibieza, pues quizás anoche no hemos rezado el Rosario porque teníamos sueño, y si seguimos concediendo estas cosas a la naturaleza, quizás dentro de poco dejemos hasta la Misa dominical, y pronto claudiquemos en la fe.
Un pequeño desvío o desgano al principio, puede desembocar en una apostasía, una condenación eterna en el abismo infernal.
No despreciemos las cosas pequeñas, porque para Dios no hay cosas pequeñas, sino que todo lo que se hace, si se hace con amor y entrega, es algo grande.
Recordemos siempre que dicen que “el demonio entra con la nuestra, pero se sale con la suya”, y es astutísimo porque hace milenios que engaña a los hombres y tiene mucha experiencia. En cambio nosotros hace pocos años que combatimos, y no siempre estamos espabilados como para derrotarlo. No dejemos la oración JAMÁS, y éste será el secreto de nuestro triunfo, en la tierra y en el Cielo.

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