Mensaje sobre la reparación
¡Qué bueno es Dios!
¡Qué bueno es Dios que nos permite reparar por el mal cometido! No hay pecado o maldad que no se pueda reparar ante Dios, pues Él perdona y quiere que, con nuestro obrar contrario al mal hecho, reparemos por el pecado cometido.
Y es que Dios ha querido encerrar a todos los hombres en la desobediencia, para tener misericordia de todos. Así hasta los mismos pecados y errores nos deben acercar más a Dios, porque Él es feliz cuando puede perdonar, cuando nos acercamos a Él arrepentidos y le pedimos perdón, entonces Dios se llena de alegría y nos premia por encima de lo que podemos imaginar.
Cuando el niño comienza a caminar, a veces tropieza y se cae. ¡Pero benditas caídas, que hacen que la madre vuelque sobre el pequeño un mar de besos y caricias, para curar el daño que se pudo haber hecho!
Así también Dios, cuando caemos, cuando pecamos, viene a levantarnos y nos cubre de amor y de besos, y nos da la posibilidad de que reparemos por el error, por el pecado. ¿Y cómo se repara? Pues siempre con el amor, porque el pecado es siempre un desamor tanto a Dios como a los hermanos como a nosotros mismos. Entonces debe entrar el amor a reparar la maldad. Y Dios acepta esta reparación amorosa y nos premia por encima de lo que podemos imaginar.
Así que no nos torturemos pensando en todo lo malo que hicimos en el pasado, porque si ya nos hemos confesado con el sacerdote, entonces eso quedó destruido, ya no existe, y si queremos estar más seguros de que Dios nos ha perdonado, reparemos el mal dando amor a Dios y a los hermanos, y entonces Dios nos sonreirá y nos colmará de tantas y tales gracias y favores de todas clases, que no podremos contenerlos en nosotros y necesariamente deberemos derramarlos sobre quienes nos rodean.
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