Diario vivir
Distracción.
A veces no nos damos cuenta pero, en el trajinar de todos los días, vamos como perdiendo el norte, perdiendo la orientación en la vida espiritual, debido a tantos intereses y cosas que van surgiendo en el cotidiano vivir, y al final del día nos encontramos muy lejos de Dios; o quizás pasado un tiempo notamos el desgaste que tuvimos en la vida espiritual y que nuestra fe ha disminuido, o al menos no está lo robusta que debería estar.
En estas cosas no poca participación tiene el demonio, que como un ilusionista nos hace ver las cosas como él quiere que las veamos, haciéndonos olvidar de lo importante, de la única cosa importante, como ha dicho el Señor en el Evangelio, que es la de salvar nuestra alma.
Estemos atentos, porque más en este mundo actual inundado por la tecnología y los medios de comunicación, somos como arrastrados por la corriente sin siquiera tener un momento para pensar un poco, meditar hacia dónde vamos, qué estamos haciendo con nuestra vida.
Como remedio a esta situación, debemos planificar un poco más nuestros tiempos, dejando un espacio del mismo para la meditación y el hablar con Dios. Un momento en el día en que podamos estar tranquilos y en paz, dedicándonos a reflexionar los temas trascendentes de nuestra existencia, pidiendo ayuda a Dios, comentándole de nuestros problemas y cosas como lo hacemos con nuestro mejor amigo.
Porque hay que saber que este mundo intenta que estemos volcados hacia afuera, derramados, disipados, divertidos, que eso quiere decir la palabra “diversión”: volcarse hacia afuera.
Entremos en nosotros mismos aunque sea un momento cada día, para que seamos nosotros y Dios quienes llevemos el timón de nuestra vida, y no el demonio y sus satélites.
En medio de la vorágine de los acontecimientos cercanos o lejanos, de las noticias que nos bombardean los medios masivos de comunicación, que nuestra pobre cabecita no puede manejar todas a la vez, y esto bien lo saben los que manejan los medios, busquemos un remanso de paz y silencio, un momento en el día, en la semana, en el mes, en el año, en que podamos estar en silencio, porque Dios habla en el silencio.
Si hacemos así, muy pronto notaremos el cambio en nosotros y también lo notarán quienes conviven con nosotros, y avanzaremos a grandes pasos por el camino de la vida.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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