Usar agua bendita.
Los
demonios son causa de sufrimiento y de discordias. Por ello será muy
conveniente rociar con agua bendita los ambientes en que vivimos y
compartimos en familia, ya que de esa manera se evitarán peleas,
discordias, accidentes y calamidades.
No tengamos en cuenta que algunos hombres al vernos esparcir agua bendita en las habitaciones, se burlen de nosotros, incluso aunque se digan “católicos”, porque el agua bendita fue utilizada por todos los santos, que sabían muy bien de la existencia de seres espirituales de distinta naturaleza que la humana, con quienes compartimos la vida, y a quienes hay que mantener alejados. Mejor que se burlen de nosotros algunos hombres, y no que se rían de nosotros los demonios, porque ya tenemos tan poca fe que no creemos en la existencia de ellos, y así no tomamos las precauciones para defendernos de sus insidias.
Busquemos buenos sacerdotes que quieran bendecirnos el agua. Sacerdotes no contaminados con el ateísmo y el racionalismo, que sepan del poder que tienen frente al enemigo, y nos bendigan no sólo el agua, sino que de ser necesario se den una vuelta por nuestra casa y la bendigan también. Pero al menos si esto no es posible, usemos nosotros el agua bendita bendecida por el sacerdote. Rociemos con unas gotas de agua bendita en nuestra habitación, cada noche, antes de acostarnos. Bebamos algunos sorbos de ella, como hacían muchos santos, entre ellos Santa Teresa de Jesús. Hagámonos la señal de la cruz con ella y hagámosles también la señal de la cruz con agua bendita en las frentes de nuestros seres queridos cuando tienen que salir de casa o se retiran a descansar.
Con el uso del agua bendita evitaremos muchas desgracias, discusiones, enfermedades y maldades de todas clases, porque los demonios no pueden cambiar sustancialmente, y lo que en otro tiempo los ponía en fuga, también es eficaz ahora en pleno siglo XXI. Lo que sucede es que los católicos estamos débiles en la fe, y así el diablo tiene el campo prácticamente libre.
No tengamos en cuenta que algunos hombres al vernos esparcir agua bendita en las habitaciones, se burlen de nosotros, incluso aunque se digan “católicos”, porque el agua bendita fue utilizada por todos los santos, que sabían muy bien de la existencia de seres espirituales de distinta naturaleza que la humana, con quienes compartimos la vida, y a quienes hay que mantener alejados. Mejor que se burlen de nosotros algunos hombres, y no que se rían de nosotros los demonios, porque ya tenemos tan poca fe que no creemos en la existencia de ellos, y así no tomamos las precauciones para defendernos de sus insidias.
Busquemos buenos sacerdotes que quieran bendecirnos el agua. Sacerdotes no contaminados con el ateísmo y el racionalismo, que sepan del poder que tienen frente al enemigo, y nos bendigan no sólo el agua, sino que de ser necesario se den una vuelta por nuestra casa y la bendigan también. Pero al menos si esto no es posible, usemos nosotros el agua bendita bendecida por el sacerdote. Rociemos con unas gotas de agua bendita en nuestra habitación, cada noche, antes de acostarnos. Bebamos algunos sorbos de ella, como hacían muchos santos, entre ellos Santa Teresa de Jesús. Hagámonos la señal de la cruz con ella y hagámosles también la señal de la cruz con agua bendita en las frentes de nuestros seres queridos cuando tienen que salir de casa o se retiran a descansar.
Con el uso del agua bendita evitaremos muchas desgracias, discusiones, enfermedades y maldades de todas clases, porque los demonios no pueden cambiar sustancialmente, y lo que en otro tiempo los ponía en fuga, también es eficaz ahora en pleno siglo XXI. Lo que sucede es que los católicos estamos débiles en la fe, y así el diablo tiene el campo prácticamente libre.
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