Tema de hoy
Caridad para todos.
Uno
 de los engaños en los que podemos caer en nuestra vida cristiana, es el
 creer que con sólo amar a Dios, a Cristo, ya estamos salvados. Pero hay
 que saber que el amor a Dios debe ir acompañado, necesariamente, del 
amor al prójimo, a TODOS los prójimos, sin excepción. Porque Dios quiere
 que seamos compasivos y misericordiosos con quienes nos necesiten, y 
¡ay de nosotros si somos duros con los hermanos!, porque no se puede 
decir que uno ama a Jesucristo, si no ama al vecino que tiene al lado, o
 a quien viene a pedirle un pan a la puerta de la casa.
Nada
 nos hace lícito el ser duros con los hermanos, y mucho menos el que nos
 encontremos en la verdadera religión, que es la católica, nos da 
derecho a despreciar y odiar a nadie, porque Dios es el Padre de todos 
los hombres, y quiere que entre ellos reine el amor y la concordia.
En
 definitiva es lo de siempre: no somos capaces de hacer coincidir el ser
 cristiano con el ser bueno, porque de ello se trata la verdadera 
religión católica: ser buenos con todos, buenos y justos, pero también 
misericordiosos como lo es Dios.
Pensemos
 en esto porque no pocas veces nos decimos cristianos, y amamos mucho a 
Jesús, pero en la práctica somos duros con los pobres, los necesitados, e
 incluso con nuestros enemigos, a quienes odiamos en lugar de amarlos 
como nos manda el Señor.
Si
 no hacemos así, si no seguimos las enseñanzas del Evangelio, entonces 
nunca seremos verdaderos discípulos de Jesús, porque Él ha enseñado la 
caridad para con todos, sin excepción.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!
¡Sin pecado concebida!

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