Todos los hombres, absolutamente todos los hombres han sido invitados por Dios a la conversión, al menos una vez. Ninguno se condena por error, sino que si se condena es porque ha dejado escapar la oportunidad de salvarse.
Cristo pasa por nuestra vida. Quizás está pasando hoy, ahora mismo y nos llama, por ejemplo, a través de este mensaje. Está en nosotros el aceptar su invitación a la conversión, a salir del pecado y comenzar una nueva vida.
“Teme al Señor que pasa y no vuelve.” Ésta es una gran verdad que poco meditamos, puesto que quizás hoy tenemos la posibilidad de acercarnos a Dios y convertirnos, y mañana tal vez ya no.
Hoy el Señor pasa por nuestra vida y nos invita a seguirlo por el camino del bien y del cumplimiento de los Diez Mandamientos. No dejemos caer en el vacío esta invitación suya, y dejemos nuestra vida de pecado y desórdenes, para comenzar a vivir como Dios quiere.
Es cierto que no podremos cambiar de la noche a la mañana, y que seguramente, por más buena voluntad que pongamos, caeremos muchas veces todavía en pecados. Pero Dios premia la constancia y la buena voluntad.
Lancémonos, entonces, a la conquista del Cielo que Dios ha creado para nosotros, para los hombres. No dejemos que el demonio algún día pueda ser quien cante victoria en nuestra existencia y, lo que sería peor, que el diablo triunfe para siempre sobre nosotros.
Los que están en el Infierno sienten una tremenda desesperación porque se dan cuenta del Bien que perdieron, y que lo perdieron para siempre, porque dejaron pasar la oportunidad de convertirse, y este remordimiento los torturará para siempre.
Quizás el Señor ahora está pasando por nuestra vida y nos invita “hoy” a seguirlo. Si lo dejamos escapar, tal vez nunca se vuelva a dar semejante oportunidad, porque el diablo pondrá todo su arsenal para persuadirnos de que tenemos tiempo más adelante para convertirnos, ya que el demonio sabe que: conversión aplazada, es condena adelantada.
Dios no pide imposibles, y aunque al principio debamos luchar mucho con nuestros malos hábitos, el Señor nos ayudará, y con el paso del tiempo iremos aprendiendo a combatir contras las tentaciones y saldremos cada vez más victoriosos contra el Mal.
Pero empecemos hoy mismo, ya mismo, porque quizás éste sea el último llamado de parte de Dios.
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