Entremos al sepulcro.
Entremos al sepulcro donde estuvo el cuerpo del Señor, para que nos demos cuenta, de una vez por todas, que Jesús no está allí, sino que resucitó y ahora vive para siempre.
Nuestra vida suele ser como un peregrinar, y solemos llegar hasta la puerta del sepulcro, es decir, consideramos los dolores del Señor, pero no nos animamos a entrar, no acabamos de darnos cuenta de que el Señor está vivo entre nosotros, a nuestro lado.
Pidamos al Espíritu Santo que nos dé el empujón para que entremos de una buena vez en el sepulcro y veamos con nuestros propios ojos que Jesús resucitó.
Y que nuestra vida la vivamos de manera acorde a esta verdad que creemos, porque muchas veces vivimos la vida como si estuviéramos solos y todo dependiera de nosotros. Sin embargo Jesús está vivo a nuestro lado y nos conduce por el camino, como también conduce los destinos de los pueblos a realizar la Voluntad divina.
Debemos aprovechar esta Pascua para reavivar nuestra fe en Jesús resucitado, y dar el salto de la fe, para empezar a vivir una vida nueva, quizás con las cosas de siempre, pero animados por la seguridad de que el Señor está vivo y con nosotros.
Es una alegría que nadie nos podrá quitar, porque la Muerte ha sido vencida, y ya se ha abierto la puerta de la salvación para que entremos por ella con la buena voluntad.
No estamos solos, porque Jesús y María caminan a nuestro lado, nos protegen y de nosotros sólo exigen fe para actuar y obrar en nosotros, en nuestras vidas y en nuestros seres queridos y sus vidas.
No queramos arreglar nuestras cosas solos, porque Cristo se ha querido quedar con nosotros para reconfortarnos, pues la delicia del Señor es estar con los hijos de los hombres, como dice la Sagrada Escritura.
Vivamos con alegría esta Pascua. Que sea una Pascua realmente nueva, que empecemos una vida nueva. Que realmente pasemos de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la desesperanza a una esperanza grande y fuerte.
¡Feliz Pascua para todos!
Nuestra vida suele ser como un peregrinar, y solemos llegar hasta la puerta del sepulcro, es decir, consideramos los dolores del Señor, pero no nos animamos a entrar, no acabamos de darnos cuenta de que el Señor está vivo entre nosotros, a nuestro lado.
Pidamos al Espíritu Santo que nos dé el empujón para que entremos de una buena vez en el sepulcro y veamos con nuestros propios ojos que Jesús resucitó.
Y que nuestra vida la vivamos de manera acorde a esta verdad que creemos, porque muchas veces vivimos la vida como si estuviéramos solos y todo dependiera de nosotros. Sin embargo Jesús está vivo a nuestro lado y nos conduce por el camino, como también conduce los destinos de los pueblos a realizar la Voluntad divina.
Debemos aprovechar esta Pascua para reavivar nuestra fe en Jesús resucitado, y dar el salto de la fe, para empezar a vivir una vida nueva, quizás con las cosas de siempre, pero animados por la seguridad de que el Señor está vivo y con nosotros.
Es una alegría que nadie nos podrá quitar, porque la Muerte ha sido vencida, y ya se ha abierto la puerta de la salvación para que entremos por ella con la buena voluntad.
No estamos solos, porque Jesús y María caminan a nuestro lado, nos protegen y de nosotros sólo exigen fe para actuar y obrar en nosotros, en nuestras vidas y en nuestros seres queridos y sus vidas.
No queramos arreglar nuestras cosas solos, porque Cristo se ha querido quedar con nosotros para reconfortarnos, pues la delicia del Señor es estar con los hijos de los hombres, como dice la Sagrada Escritura.
Vivamos con alegría esta Pascua. Que sea una Pascua realmente nueva, que empecemos una vida nueva. Que realmente pasemos de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la desesperanza a una esperanza grande y fuerte.
¡Feliz Pascua para todos!
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