sábado, 20 de agosto de 2016

Petición...

Pidámosle a Dios.

Debemos ser valientes y animarnos a pedirle a Dios que haga cosas admirables “en” nuestras vidas, y “con” nuestras vidas. Porque Dios quiere utilizarnos como instrumentos de salvación, instrumentos aptos para extender el Reino de Dios en las almas y en la sociedad. 
No tengamos miedo, que si el Señor nos ha llamado, no quiere nuestra ruina, sino nuestro bien y felicidad, y dispondrá todas las cosas para que cada uno de nosotros cumpla bien con su misión. 
¡Qué bueno es Dios! Si nos detuviéramos a meditar más ésta verdad de la bondad infinita de Dios, ¡cuántos más santos habría sobre la tierra! Pero muchas veces desconfiamos de Dios, porque nos parece que nos deja solos en la vida, o que las cosas no nos salen como creemos que deberían de salir. Sin embargo, Dios escribe derecho en líneas torcidas; y si nosotros le damos las riendas de nuestras vidas, el Señor hará cosas admirables, grandiosas, dignas del Creador de todas las cosas, dignas de un Dios. 
Ya nos dice la Sagrada Escritura que no hay que tentar a Dios. Pero sí podemos tentar a Dios amorosamente, diciéndole: “Señor, aquí me tienes. Tienes toda mi vida y todo lo mío. ¿Qué obras grandiosas harás, Señor, conmigo?” 
Y no tengamos dudas de que Dios, cuanto más nosotros queremos hacer Su Voluntad; tanto más el Señor quiere hacer nuestra voluntad, de modo que al final las dos voluntades se unifican, y estamos contentos Dios y nosotros. 
¡Qué feliz es el alma que está convencida de que Dios la ama, y que la lleva por caminos que, aunque sean dificultosos, tienen una veta de dulzura paradisíaca, porque los consuelos de Dios no se han esperar, cuando el alma se dispone a servirle y caminar por sus Caminos! 
Recordemos que lo que realmente vale es lo que somos delante de Dios, porque ante los hombres podremos aparentar lo que no somos, o quizás también nos apreciarán por lo que no valemos; pero la medida justa es lo que somos ante Dios; y todo lo demás es accesorio. 
Trabajemos para que Dios esté contento con nosotros y nuestro obrar, porque si Dios está contento con nosotros, entonces todo lo demás importa un rábano.

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